En un giro inesperado de los acontecimientos, Carlos III decidió dejar claro que no tiene relación con las acusaciones que se hacen al príncipe Andrés tras la reciente controversia con un escándalo de espionaje. Este episodio vuelve a manifestar públicamente las tensiones que existen dentro de la familia real británica y lleva a una reevaluación de las relaciones familiares en un momento ya complicado para la monarquía.

El escándalo en cuestión ha captado la atención de los medios de comunicación y del público, generando un torrente de especulaciones sobre la implicación del príncipe Andrés en actividades que podrían comprometer la seguridad nacional. Aunque los detalles exactos del caso aún no se han revelado por completo, la gravedad de las acusaciones llevó a Carlos III a tomar una postura firme y decidida.

En los tribunales del Reino Unido se hizo constar acerca de los motivos ocultos que podría tener un inversor chino que tuvo relaciones con el hijo menor de la fallecida reina Isabel. La información proviene de Dominic Hampshire, quien fuera el asesor del príncipe. Según lo que recoge de estas declaraciones El Español, Yang Tengbo fue señalado por enviar información a los servicios de inteligencia chinos. Más detalles en las siguientes líneas. 

Carlos III aclara que no estaba al tanto del trato del príncipe Andrés con el espía chino

Andrés y Yang Tengbo se volvieron aliados cuando empezaron negocios e hicieron inversiones juntos, sobre todo, al tratarse de la organización Pitch@Palace. El entendimiento de ambos fue tal, que la entidad amplió sus actividades hasta China. Sin embargo, informan que el acercamiento del chino con el duque de York se debía a que necesitaba conseguir información del Reino Unido para enviarla al gobierno de su país. La estrategia era que el royal lo pusiera en contacto con las figuras más representativas del reino, llegando al punto de que Tengbo tenía el poder para actuar en nombre del príncipe. 

En un comunicado oficial, el portavoz del rey expresó su preocupación por la situación y dejó claro que no tolerará comportamientos que puedan dañar la reputación de la familia real. El monarca parece estar decidido a establecer un nuevo estándar de responsabilidad y transparencia, alejándose de las controversias que han rodeado a la familia en el pasado. La decisión de distanciarse de las negociaciones que tuviera su hermano menor sería delicada, especialmente considerando el vínculo familiar que comparten. Sin embargo, el padre del príncipe Guillermo trata de demostrar que la integridad de la monarquía es su prioridad. Este acto de desmarque podría ser interpretado como un intento de restaurar la confianza del público en la institución, que ha enfrentado numerosos desafíos en los últimos años.

A medida que se desarrollan los acontecimientos, muchos se preguntan cómo afectarán estas aclaraciones a la dinámica familiar y a la percepción pública de la monarquía británica. Carlos III se enfrenta a la difícil tarea de equilibrar sus responsabilidades como rey con las complejidades de su vínculo fraternal con el príncipe Andrés, y este escándalo podría ser un punto de inflexión en su reinado.