Cuando hace un mes se hacía pública una ruptura sorpresa en el Principado de Mónaco, todo el mundo se ponía las manos en la cabeza. Las miradas se fijaban en los sospechosos habituales, la pareja que vive siempre sobre alambre: el príncipe Alberto y su mujer Charlene. Sin embargo, la relación de los principales representantes de la Casa de los Grimaldi están disfrutando de una tregua y parece fortalecida, sin el negro nubarrón que siempre los acompaña en el horizonte. No, la afectada era Carlota Casiraghi. La hija de la princesa Carolina se separaba de su marido, el productor de cine Dimitri Rassam, padre de uno de sus 2 hijos. La situación era insostenible y las peleas, cada vez más irresolubles.
Que Carlota, una de las mujeres más glamurosas de la dinastía, volviera a la soltería después de 7 años no era ningún drama. No le faltarían pretendientes. Y prueba de ello es que ya la tenemos nuevamente enamorada. La revista 'Semana' publica las fotografías de la sobrina de Alberto II con un señor de 45 muy guapo, escritor, padre. Encajan a la perfección sobre el papel. Los dos tienen buen gusto. Las instantáneas no ofrecen demasiada discusión: los cazaron saliendo de la residencia de la royal en París, por separado y con un margen de 30 minutos de decalaje. No parece que intentara venderle algún libro. Más bien parecían haber empezado a escribir su propia novela.
El afortunado es Nicolas Mathieu, autor de varios libros de éxito y que comparte una pasión con la Carlota: la filosofía. La royal es Licenciada en esta materia por la Universidad de la Sorbona. Mathieu ha ganado premios de renombre y es un personaje cada vez más habitual en tertulias de todo tipo. Su formación, sin embargo, viene del mundo del espectáculo. Ha hecho trabajos de guionista, de redactor de agencia y páginas web e incluso ha ejercido de profesor particular. Está divorciado y tiene un niño de 11 años, con quien se deshace en redes sociales. Un padrazo y un partidazo.
La revista 'Voici' afirma que la relación es discreta pero muy sólida, y que la perspectiva es buenísima. Están en plena fase iniciática, tan llena de fuegos artificiales y mariposas. Sin embargo, la edad de ambos y sus responsabilidades mediáticas y familiares hacen pensar que, de momento, no habrá presentación oficial alguna. Hay que cerrar primero la carpeta Dimitri de la mejor de las maneras, pensando en el pequeño Balthazar, de 5 años, el nexo que tienen en común. La princesa es rebelde, pero cada vez más racional a sus 37 años. Va, por lo visto, con pies de plomo.