El Principado de Mónaco se encuentra sumido en una tormenta de especulaciones y controversias desde hace varios años, cuando comenzaron a circular rumores de una posible ruptura en el matrimonio de los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco. Detrás de la fachada de la realeza monegasca, se revela una narrativa que pone al dinero en el centro de la atención. Pero, en lugar de un divorcio millonario, lo que se teje aquí es un inusual pacto de conveniencia para seguir casados.
Según medios franceses, el príncipe Alberto de Mónaco estaría haciendo todo lo posible por sostener lo que para la realeza es vital: la imagen y las apariencias. Pero, ¿a qué precio? Los informes sugieren que el matrimonio de Alberto y Charlene de Mónaco se tambalea por la presunta verdad detrás de su relación. De acuerdo con estas versiones, Charlene desempeñaría el papel de esposa devota solo por un acuerdo financiero que mantiene en marcha esta unión y no por amor.
Carolina de Mónaco en contra del “matrimonio de mentira” de Charlene y Alberto
Dentro de este intrincado drama real, destaca Carolina de Mónaco, figura fundamental en el escenario de los Grimaldi. Fuentes cercanas al Palacio aseguran que Carolina ha sido desde el principio una detractora acérrima del matrimonio de Alberto y Charlene. Esta desaprobación por parte de la primogénita de Rainiero y Grace Kelly se debe a que ve este matrimonio como una farsa que pretende ocultar la orientación sexual de su hermano Alberto. Además, le parece indignante que Charlene haya aceptado casarse con el príncipe de Mónaco solo por dinero.
Un matrimonio sin amor, pero con un sueldo millonario
La misteriosa desaparición de Charlene de Mónaco durante un viaje prolongado a Sudáfrica generó un sinfín de especulaciones. Si bien las explicaciones oficiales apuntaban a una infección en el oído, muchos cuestionaron la veracidad de esta versión. Los medios franceses han desatado una gran polémica al afirmar que el retorno de Charlene estuvo motivado por un convenio económico con importantes implicaciones. Los gemelos de la pareja, Jacques y Gabrielle, estarían bajo la custodia total de Alberto, mientras que Charlene recibiría un sueldo anual de 12 millones de euros para “actuar como esposa”, asistiendo a los eventos más importantes de la agenda oficial monegasca.
El pasado de Alberto, que incluye romances anteriores al matrimonio y rumores de encuentros con drag queens en eventos gay, ha agregado más leña al fuego. Aunque el príncipe negó las acusaciones, las especulaciones persisten. Se dice que esta situación llevó a los términos actuales del acuerdo: Charlene podrá mantener una "vida independiente con presencia regularizada”, lo que implica vivir bajo techos separados y asumir sus deberes reales sin la necesidad de convivir y con su marido. Ahora bien, si decidiera renunciar a estas condiciones al solicitar formalmente el divorcio, Charlene de Mónaco se enfrentaría a la pérdida de su salario anual y no tendría la oportunidad de estar con sus hijos ni compartir con ellos. Por lo tanto, es probable que le resulte más atractivo mantener su "rol" como esposa para evitar tales consecuencias.