El Principado de Mónaco ha sido testigo de una tensión constante entre la princesa Charlene y su cuñada, Carolina de Mónaco, desde que Charlene se casó con el príncipe Alberto II en 2011. Carolina nunca aceptó a Charlene, y desde entonces, ha intentado eclipsarla en todas sus funciones, convirtiéndose en una especie de “primera dama” honoraria.
Sin embargo, tras superar una enfermedad y estar recluida en una clínica de salud mental, Charlene ha decidido retomar sus funciones, lo que ha avivado la tensión entre ellas por el poder en el Principado. Mientras que la situación se ha vuelto aún más tensa con la coronación de Carlos III, donde Carolina ha vuelto a estar en segundo plano.
Carolina de Mónaco no soporta el protagonismo adquirido por Charlene
Este evento ha sido un golpe para Carolina, quien siempre ha querido ser vista como una líder dentro del Principado. Se siente humillada por Charlene, a quien no puede ni ver. La tensión entre las dos aristócratas aumentó aún más desde el nacimiento de los mellizos de Charlene y Alberto en 2014. Si los pequeños no existieran, el trono le hubiese pertenecido al hijo mayor de Carolina de Mónaco, Andrea Casiraghi. Y eso quema por dentro a Carolina.
De acuerdo con la constitución del Principado de Mónaco, los derechos dinásticos son transmitidos en orden de primogenitura, teniendo preferencia por los herederos varones sobre las mujeres en el mismo grado de parentesco. Es decir, si Alberto II no hubiese tenido descendientes legítimos, la sucesión recaería sobre sus hermanos, Carolina y Estefanía, en orden de primogenitura y con preferencia del varón, y los hijos de estos. Por ende, el trono lo heredaría Carolina y luego su hijo mayor, el primer varón de los sobrinos de Alberto II, dado que los primeros dos hijos que tuvo el príncipe antes de casarse con Charlene no son legítimos. Pero si no ocurre nada extraño en los próximos años, eso no será así.
Carolina de Mónaco quería el poder para ella y para su hijo
A pesar de los planes de Carolina de Mónaco, los mellizos de Charlene y Alberto han complicado aún más las cosas. Su papel en el Principado ha sido reducido a un segundo plano. Carolina ha intentado hacer todo lo posible para mantener su lugar en el palacio, incluyendo casarse con Ernesto de Hannover, convirtiéndose en la princesa con más vínculos reales de Mónaco. Pero la ex nadadora olímpica nunca le cederá su lugar dentro del Palacio Grimaldi.
La lucha por el poder dentro del Principado de Mónaco ha llevado a una guerra silenciosa entre Charlene y Carolina. En muchos sentidos, esto ha sido un golpe para la imagen del Principado de Mónaco. La tensión entre Charlene y Carolina ha llegado a niveles preocupantes.