Carolina de Mónaco, una de las figuras más destacadas de la realeza, reside en una mansión impresionante, ubicada en Monaco Ville, en el mismo enclave exclusivo donde se encuentran las residencias de otras figuras de la familia real. La princesa vive a pocos pasos de su hermana Estefanía de Mónaco y cerca del Palacio Grimaldi, hogar de su hermano Alberto II y su esposa Charlene de Mónaco. Esta lujosa propiedad se ha convertido en el refugio perfecto para Carolina, un hogar rodeado de naturaleza y marcado por la privacidad y la tranquilidad que necesita.
La mansión, conocida como Le Clos-Saint Pierre, se encuentra rodeada por un gran muro de piedra, que asegura la privacidad de los miembros de la familia real. En este entorno, Carolina ha criado a sus tres hijos —Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi— y ha sido anfitriona de personalidades de todo el mundo, incluyendo a políticos, aristócratas y miembros de otras casas reales. Para ofrecer mayor espacio y comodidad a su familia, la princesa incorporó a su propiedad dos casas vecinas, creando una residencia aún más amplia y acogedora para disfrutar de la intimidad familiar.
Con una casa como esta, Carolina de Mónaco no necesita salir a la calle
El hogar de Carolina y su familia tiene un diseño único, con un estilo clásico que evoca la elegancia de la Belle Époque. El color pastel de la fachada y su ubicación privilegiada en la bahía de Mónaco hacen que la residencia sea considerada una de las casas más bellas de toda la Riviera francesa. La mansión tiene décadas de historia, reflejando el gusto por el arte y la arquitectura refinada.
Le Clos-Saint Pierre está equipada con una gran variedad de estancias que incluyen seis amplios dormitorios, tres salones, una majestuosa biblioteca, varios salones de reuniones, comedores y una enorme cocina. La decoración de cada una de estas áreas mantiene una atmósfera clásica y señorial, con muebles antiguos y obras de arte que aportan un toque exclusivo. Carolina disfruta de la suite presidencial, la estancia más privada de la mansión, que tiene unas vistas impresionantes al mar Mediterráneo. Esta es la habitación en la que la princesa disfruta de su privacidad y descanso, en un entorno completamente lujoso.
La biblioteca y el jardín, dos de las joyas de la corona
En las estancias comunes, los grandes salones están decorados con elementos clásicos como columnas altas y marcos ornamentales en puertas y ventanas. Los muebles de gran tamaño siguen el estilo de la mansión, ofreciendo un espacio elegante y cómodo para recibir a los invitados distinguidos que han sido acogidos por Carolina desde que se mudó allí en 1978. Las paredes de la residencia están adornadas con numerosas y valiosas obras de arte, muchas de ellas representando a personajes históricos y miembros de su propia Casa Real.
Otra de las habitaciones destacadas es la biblioteca, un lugar donde Carolina disfruta de su gran pasión por la lectura. Además, su hija Carlota Casiraghi comparte esta afición, lo que hace de este espacio un lugar muy especial para ambas.
El jardín de la mansión, que rodea toda la villa, es un verdadero paraíso. Con una gran variedad de plantas como buganvillas, geranios, laureles y magnolias, el jardín ofrece un oasis de paz en pleno corazón de Mónaco. Este espacio verde es el lugar perfecto para disfrutar de la tranquilidad en familia, un refugio donde se valora la intimidad y el contacto con la naturaleza.