Como rey de España, Juan Carlos recibió un sinfín de regalos por parte de importantes empresarios y jeques árabes. Relojes, coches, incluso mansiones, todo a cambio de algunos favores. La Casa Real siempre pasó sus vacaciones en casas cedidas, como el palacio de Marivent, que realmente no es de ellos, sino del gobierno balear, pero cerraron un acuerdo en el que podían utilizarlo a cambio de promocionar el turismo en Palma de Mallorca. Lo mismo sucede con la finca de Lanzarote, la Mareta. Un lugar que ahora es frecuentado por Pedro Sánchez como presidente del gobierno en funciones. Este verano ha vuelto a pasar unos días en compañía de su mujer, Begoña Gómez.
Aunque siempre la han utilizado los presidentes, los primeros años perteneció a la familia real. Juan Carlos era un gran amigo del rey Hussein 1 de Jordania hasta que la muerte los separó. Aun así, aún mantienen relación con la familia. Ya en su luna de miel, los eméritos visitaron el país asiático durante unos días y fueron muy bien recibidos por parte de Hussein, le dio un trato de Jefe de Estado aunque todavía no lo fuese.
Hussein siempre se preocupó por Juan Carlos e intentaba ayudarle en todo lo que necesitase. Según Simeón de Bulgaria, el rey de Jordania fue el primero en llamar al emérito cuando se produjo el intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981, ofreciéndole “una unidad especial a fin de apoyar a las fuerzas leales al Rey y al Gobierno”.
Así es la Mareta, el refugio de Pedro Sánchez
A Hussein le encantaba España y mandó construir una casa en Lanzarote. Solo acudió en una ocasión, así que decidió regalársela a Juan Carlos porque sabía que él la aprovecharía más. A día de hoy la Mareta, forma parte de Patrimonio Nacional y se ha convertido en el mayor símbolo de la buena relación entre las dos monarquías.
Fue un regalo personal, pero en aquel momento Juan Carlos no podía aceptar regalos, una norma que ahora se aplica a Felipe VI. No obstante, toda la familia real viajó a Lanzarote para disfrutar de algunos veranos en la Mareta. César Manrique, conocido artista en la isla, fue quien otorgó ese aspecto a la casa en la década de los años 70. Con un toque moderno, el estilo es idéntico a las tradicionales casas de la isla. Completamente blancas y de poca altura.
Cuenta con una vivienda central y varios bungalós a los lados que funcionan como viviendas independientes, dos piscinas exteriores, un largo central con vegetación, amplios jardines, incluso helipuerto. Mientras en verano residían en Palma de Mallorca, la Mareta era su refugio para las fiestas navideñas. En Lanzarote la temperatura es muy agradable en esas fechas, así que decidieron celebrar el Año Nuevo del 2.000 con bañador. Ese año coincidieron todos los miembros de la familia.