El final de trayecto de España en el mundial de Catar está provocando una cacería nacional contra Luis Enrique Martínez y contra algunos de los jugadores que seleccionó para la cita futbolística. Era previsible: Lucho es la bestia negra de un sector muy amplio de la prensa deportiva y tampoco es el más amado por los inquilinos de la caverna. Esperaban su oportunidad para masacrarlo, y Marruecos se la ha servido en bandeja. La algarabía y la charanga ensordecedora que sonaba tras el debut contra Costa Rica ha desaparecido con el desastre, y buena parte de los que ayer animaban enloquecidos ahora forman parte del pelotón de fusilamiento. De acuerdo. Ahora bien, esta misma gente haría bien en mirar más allá, quizás el culpable no es el asturiano, tampoco los jugadores. Alguien ha maldito al equipo español, pero no oímos ningún reproche al respecto. Curioso.
Hablamos, sí, de Felipe VI, rey de España. El monarca no se perdió el estreno mundialista del 7-0, aquel paseo militar y futbolístico impresionante, detonante de reacciones exaltadas y cuentos de la lechera que, finalmente, han tenido el mismo desenlace: la decepción. Uno de los que participaron de esta euforia fue el monarca, bajando del palco al vestuario para felicitar a la plantilla y al cuerpo técnico. Les dirigió un discurso con el sello de calidad de Manolo el del Bombo, aparte de hacer disparar la rumorología sobre el enamoramiento de su hija y heredera, la princesa Leonor, con el mediocampista culé Gavi. Le pidió una camiseta sudada y firmada por el joven andaluz, provocando que al deportista ya le llamen con el mote de 'El Principito'. Pues bien, queda claro que Felipe fue gafe. El contacto con el equipo pinchó el globo.
El rey no ha vuelto a Catar, seguramente se reservaba para rondas más próximas a la final. Confiaba en el futuro de la selección pensando que su toque mágico catapultaría las posibilidades de los de Lucho. La realidad, sin embargo, es la que es. Felipe tendrá que seguir el campeonato por televisión, volver al emirato queda descartado. Aquella visita ha salido cara a los españolitos en todos los sentidos. Pero claro, la Casa Real no quería dejar tirado al equipo de su posible yerno, y han encargado que el community manager escribiera un mensaje de ánimo en nombre del Jefe del Estado. Se lo podían haber ahorrado, la verdad. Por contenido, por redacción, por poco original, por triste y penosillo. "Aquí no acaba nada. Aquí, en este Mundial, empieza todo para una selección que tiene un gran camino por delante. A seguir adelante, a seguir compitiendo y a seguir luchando. Y los triunfos llegarán". Evidentemente se han convertido en el hazmerreír de la red.
Las reacciones son diversas, categorizadas en aquellos que se mofan de la Corona y los que se preguntan si no hay objetivos más ambiciosos en su agenda diaria. La respuesta es sencilla: no. La corona es experta en procrastinar: los problemas graves del Estado siempre se dejan para el día siguiente. Ahora bien, si la cosa va de fúnbol, paren máquinas. El rey tiene que abrir la boca. Pues bien, los súbditos, también. Y seguramente al monarca no le gustarán las respuestas.
Felipe no era el jugador número 12 de la selección. Él jugaba infiltrado con los rivales, pero cuando nos hemos dado cuenta ya era demasiado tarde.