Casa Real se ha visto envuelta en muchas polémicas y ha tenido que recurrir en varias ocasiones al CNI para borrar pruebas, principalmente por culpa de Juan Carlos I. Él mismo que utilizaba al Centro Nacional de Inteligencia para eliminar sus errores y acabar con las parejas de Felipe VI. El emérito ha acabado con su reinado por caer en las tentaciones del dinero y la carne. “A Juan Carlos le obsesionan el oro, los diamantes y los relojes, es como Ceaucescu”, así hablaba Corinna Larsen de él después de enemistarse. La empresaria le comparaba con el dictador de Rumanía, Nicolás Ceaucescu.
Estas declaraciones aparecen en las conversaciones grabadas de la alemana con el excomisario José Manuel Villarejo. Se desconoce el motivo de esta comparación, pero se sabe de primera mano que Juan Carlos I y el dictador tenían una buena relación.
El país de los Cárpatos tuvo un papel significativo los años previos a la Transición española. En el tiempo del dictador Francisco Franco, España y Rumanía mantenían una relación comercial. No obstante, las relaciones diplomáticas no se establecieron hasta 1977, incorporando al primer embajador español en Rumanía, José Carlos González.
Franco impuso a Juan Carlos I como rey de España, así que era con el emérito con el que Nicolás Ceaucescu tenía que establecer una buena relación. La relación se remonta a 1971, cuando el emérito era príncipe. Ambos bandos se conocieron en una celebración de ‘Persépolis’, en Irán. Un acto que fue organizado por el Sha Mohammed Reza Pahlevi y su esposa Farah Diba.
Juan Carlos vio intereses en Nicolás por su buena relación con líderes como Santiago Carrillo. Aprovechó la buena relación entre ambos para pedirle al dictador tranquilidad al líder del Partido Comunista en el proceso de recuperación de la democracia en España.
El CNI tenía que destruir las cintas en las que líderes políticos y empresarios aparecían en actitudes eróticas
La preocupación llegó en 1989 cuando cayó la dictadura de Nicolás Ceaucescu. Todos eran conocedores que al dictador le gustaba grabar a sus visitantes en actitudes privadas e íntimas. La mayoría de los europeos que visitaban su país era para ir de caza. Se dice que la ‘Securitate’, el servicio de inteligencia rumano, tendría cintas de alto contenido erótico de varios líderes políticos europeos y grandes empresarios.
El CNI envió al coronel Juan Alberto Perote, entonces jefe de operaciones del CESID a encontrar esas cintas tan peligrosas para algunos líderes políticos españoles.
Perote contrató a dos hombres agentes y dos mujeres. Uno de ellos viajaba con la excusa de estudiar sociología en Bucarest junto a su supuesta novia. Y los otros iban como una pareja en viaje privado. Mientras que Perote lo hacía como miembro del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Esta operación se llamó ‘Andóval’, era el nombre en clave para dirigirse a un famoso agente rumano que les ayudó. Les facilitó el nombre de espías y confidentes a cambio de dinero para comprarse un Mercedes en Austria.