Se ha hablado extensamente sobre la vida de Froilán y Victoria Federica, ya que han sido considerados los nietos más polémicos de Juan Carlos I, al menos en lo que respecta a su exposición pública. Sin embargo, recientemente ha salido a la luz que algunos de los hijos de los Urdangarin tampoco se quedan atrás en cuanto a actitudes cuestionables. En contraste, Leonor y Sofía han sido las únicas nietas que han mantenido una imagen impecable, lo que ha hecho que su relación con el resto de los Borbón sea prácticamente inexistente.

Por otro lado, la infanta Cristina está sumamente preocupada por el rumbo que han tomado sus hijos, ya que ninguno parece haber encontrado una dirección clara en su vida. Irene y Miguel optaron por tomarse un año sabático, y más recientemente Juan Urdangarin se sumó a esta decisión. De los cuatro hermanos, el único que sigue enfocado en su desarrollo profesional es Pablo, quien sueña con convertirse en un gran jugador de balonmano, siguiendo los pasos de su padre, Iñaki Urdangarin. No obstante, su camino en el deporte no ha estado exento de dificultades.

Victoria Federica i la infanta Elena / GTRES
Victoria Federica y la infanta Elena / GTRES

Juan Carlos I no quería que la infanta Elena heredase el trono, no estaba capacitada 

En contraste con la constante atención que reciben los nietos, poco se ha discutido sobre los hijos del rey emérito. La inteligencia no ha sido precisamente una característica destacada en la familia Borbón. Se ha mencionado en múltiples ocasiones que Felipe VI tenía dificultades en el ámbito académico, ya que solía distraerse con facilidad, llegaba tarde a clase y no mostraba especial habilidad para las matemáticas. No obstante, sus hermanas tampoco fueron particularmente brillantes en este sentido, especialmente la infanta Elena.

A diferencia de su hermana Cristina, que encontró pronto su vocación, a Elena le llevó más tiempo definir su camino. Desde la Casa Real tenían claro que, aunque las infantas no formarían parte activa de la institución, debían desarrollar una ocupación profesional. A Elena le apasionaban disciplinas como la equitación y la danza, pero estas eran consideradas meramente hobbies y no una carrera viable para alguien de su posición.

Elena de Borbón fue una de las hijas que más preocupaciones generó a sus padres, ya que su rendimiento académico era limitado. Esto le impidió acceder a una universidad pública y redujo considerablemente sus opciones. No obstante, Juan Carlos I la apoyó en la búsqueda de su vocación, y tras muchas deliberaciones, se concluyó que tenía aptitudes para los idiomas. Desde su infancia, Sofía había hablado con sus hijos en inglés, mientras que el rey lo hacía en castellano.

Finalmente, Elena decidió estudiar Magisterio en la Escuela Universitaria ESCUNI, donde se especializó en la enseñanza del inglés. En 1986, el periódico El País publicaba que la infanta trabajaba como profesora en el colegio Santa María del Camino, donde impartía clases de gramática y lengua inglesa a alumnas de EGB. Según el medio, durante su jornada laboral no recibía ningún trato especial por su estatus.

Más adelante, amplió su formación en La Sorbona, en París, donde conoció a Jaime de Marichalar. Aunque su esposo no veía con buenos ojos su profesión como docente, en 2003 retomó su labor como profesora de inglés, esta vez en la escuela donde estudiaban sus hijos, Froilán y Victoria Federica.

Nunca se hicieron públicas las calificaciones exactas de la infanta ni se supo cuántas asignaturas habría aprobado gracias a la intervención de su padre, ya que Zarzuela decidió mantener en secreto su expediente académico.

Infanta Elena
Infanta Elena