Este sábado, en el desfile de las Fuerzas Armanadas con motivo del 12 de octubre, día de la Hispanidad, de nuevo, vimos a la reina Letizia sentada en una silla en medio de un acto en el que, por protocolo, los reyes deben estar de pie. Los problemas de la consorte en los pies se agravan y se le hace insoportable aguantar tanto tiempo de pie. No obstante, que la reina no sea capaz de aguantar el tipo en actos tan importantes empieza a generar sospechas de que, del mismo modo que la casa real la está relegando a un segundo plano, a ella le da completamente igual la imagen que desprenda. Lo único que le importa es la impresión que dé su hija, la princesa Leonor y heredera al trono.
En este contexto, lo cierto es que Letizia ha dejado de sentirse protagonista. No soporta a las clases elitistas y está harta de tener que hacer el paripé cada dos por tres. De ahí que no esté dispuesta a aguantar el tipo, aunque ello implique quedar ante la opinión pública.
La reina Letizia, protagonista para mal en el 12 de octubre
Otra buena prueba de que a la reina Letizia le da igual la corona y el 12 de octubre fue el hecho de que, primero no dudó en protegerse de la lluvia, aunque ello significara saltarse el protocolo, y también fue la primera en ausentarse de la recepción en el Palacio Real. Tales fueron los desplantes de Letizia que casa real tuvo que pedir disculpas en privado a varios miembros de las altas esferas por su comportamiento.
Sin duda, las revelaciones de Jaime del Burgo acerca de presuntas infidelidades de la reina Letizia al rey Felipe en ocasiones reiteradas a lo largo de los años, han marcado un antes y un después de su figura en la monarquía española y también en su relación con Felipe, con quien se le nota cada vez más tensión. Este sábado, por ejemplo, apenas se dirigieron la palabra y, cuando lo hicieron, su gesto era serio y distante.
Letizia, cada vez más apartada del primer plano
Como decíamos, casa real la está relegando a un segundo plano, a la par que ensalza de nuevo la figura de la infanta Cristina y permite nuevos acercamientos de Juan Carlos I a la familia real e incluso a la princesa Leonor, de quien Letizia le había mantenido alejado desde hace años para que no perjudicara su imagen.
Ahora Letizia ya no tiene voz ni voto, su influencia se ha visto muy mermada. Pero por lo que parece, no está muy interesada en recuperar su estatus.