La figura de Juan Carlos I, rey emérito de España, ha estado marcada por numerosas controversias, pero pocas tan escandalosas como las relacionadas con sus aficiones amorosas. Su fama de mujeriego, alimentada por décadas de rumores, se ha visto reforzada por revelaciones que exponen un complejo sistema de contactos para satisfacer sus deseos. Entre estas prácticas, destaca la selección de presentadoras de televisión, actrices y otras figuras públicas a través de books organizados por sus asesores más cercanos.

Según múltiples testimonios, el rey emérito nunca ocultó sus preferencias por las mujeres famosas, especialmente aquellas que aparecían en la televisión. Si una presentadora captaba su atención, sus colaboradores se encargaban de contactarla con una oferta directa: “Juan Carlos quiere estar contigo”. Muchas mujeres, según el periodista Joaquín Abad, aceptaban estos encuentros con la condición de recibir grandes sumas de dinero. En caso de rechazo inicial, el rey insistía ofreciendo aún más, aumentando el atractivo económico de la propuesta.

El rey emérito Juan Carlos I elegía amantes por catálogo

El sistema era operado con total discreción. Los servicios de inteligencia gestionaban cada detalle, asegurándose de que las citas ocurrieran lejos de los ojos curiosos y de cualquier posibilidad de filtración mediática. Los encuentros se realizaban en hoteles de lujo, como el Villamagna en Madrid, y los pagos eran gestionados por hombres de confianza como Manuel Prado y Colón de Carvajal. Según las fuentes, cada encuentro podía costar hasta 500.000 pesetas.

El emérito, descrito por Abad como un auténtico "depredador sexual", veía estos encuentros como parte de su privilegio real. Su convicción de ser la persona más poderosa de España lo llevaba a creer que nadie podía negarle nada. Sin embargo, en algunas ocasiones, cuando las mujeres rechazaban sus avances, su interés aumentaba aún más. Esta obsesión por la conquista lo llevó a acumular un historial de miles de amantes. El emérito ha sido relacionado con mujeres como Sara Montiel o la vedette, Bárbara Rey, pero también con Paloma San Basilio, Antonia Dell Atte, Raffaella Carra y Anne Igartiburu, tal y como revelaron en el programa de Emma García en Telecinco.

Felipe VI también se benefició de estas prácticas

La reina Sofía, aunque no ignoraba la infidelidad de su marido, se mantenía al margen, cumpliendo su rol institucional. Mientras tanto, los esfuerzos por ocultar estas aventuras fueron exhaustivos. Corinna Larsen, una de sus amantes más conocidas, marcó un punto de inflexión en esta dinámica. Su relación fue tan seria que Juan Carlos llegó a plantearse el divorcio, una idea que discutió con sus hijos, quienes la consideraron inadmisible.

Además de buscar mujeres para sí mismo, Juan Carlos también actuó como intermediario en la vida amorosa de su hijo, el actual rey Felipe VI. Según las investigaciones del escritor Isidre Conill, Felipe eligió a algunas de sus parejas, incluidas Eva Sannum y posiblemente Letizia Ortiz, a través de catálogos gestionados por agencias exclusivas como la de Javier Hidalgo. Estas agencias ofrecían una selección de “chicas guapas de la tele”, reflejando un patrón que parece haber trascendido generaciones en la Casa Real.