La estabilidad del matrimonio real entre Felipe VI y Letizia Ortiz ha sido, durante años, objeto de rumores, especulaciones y tensiones internas. El matrimonio hace años que acumula varias crisis. Hasta el punto en el que incluso habrían estado al borde del divorcio. La casa real, sin embargo, intervino para frenar el escándalo.

La primera gran crisis empezó en 2012, cuando estalló el caso Nóos. Entonces Letizia presionó para que la infanta Cristina fuera apartada de la vida pública, temiendo que dañara aún más la imagen de la institución. Años después, empujó igualmente a favor de la abdicación de Juan Carlos I y de su posterior exilio, ganándose enemigos dentro y fuera de la familia real.

Juan Carlos I y Letizia
Juan Carlos I y Letizia

La reina Letizia estuvo a punto de dejarlo todo por Jaime del Burgo

El punto más crítico, sin embargo, llegó tras las revelaciones del abogado Jaime del Burgo. Este último aseguró haber mantenido una relación sentimental prolongada con la reina, desvelando detalles que pusieron contra las cuerdas la imagen pública de Letizia y sacudieron los cimientos de Zarzuela.

Según Del Burgo, su vínculo con Letizia habría comenzado antes del compromiso con Felipe y se mantuvo activo incluso tras el nacimiento de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Letizia, descrita por algunos como ambiciosa y calculadora, habría considerado en su momento abandonar todo y comenzar una nueva vida con Jaime del Burgo en Nueva York, donde planeaban tener un hijo por gestación subrogada. Ya habían iniciado los trámites legales, y solo faltaba que ella rompiera públicamente con Felipe. Pero fue en ese momento cuando se activó el poder de Zarzuela para frenar la caída.

Felipe Letizia caras GTRES
Felipe y Letizia / GTRES

Casa real interviene para frenar el desastre

Frente a la amenaza de un divorcio inminente, que habría supuesto un escándalo mayúsculo y un golpe demoledor para la imagen de la monarquía, la Casa Real intervino de forma tajante. Según fuentes vinculadas a círculos palaciegos, se llegó a un acuerdo confidencial con Letizia para evitar la ruptura pública del matrimonio. El trato incluía un sueldo vitalicio de varios millones de euros, así como dos residencias privadas, una de invierno y otra de verano, con servicio permanente las 24 horas del día.

Estas propiedades estarían destinadas a garantizar la comodidad de la reina en caso de separación informal, permitiéndole mantener su estatus sin participar activamente en la vida institucional. A cambio, Letizia debía mantener la imagen de unidad conyugal y continuar asistiendo a actos públicos como si nada hubiera ocurrido.