No es ningún secreto si decimos que la debilidad de Juan Carlos I siempre fueron las mujeres. El emérito nunca estuvo enamorado de la reina Sofía, aun así se casó por obligación. Su padre, Juan de Borbón, y la madre de ella, Federica, querían emparentar dos monarquías. El padre de Felipe VI tuvo que renunciar a la persona que de verdad amó y a la que nunca engañó, Olghina de Robilant, la periodista y escritora que podría recordarle mucho a Letizia, por ello su animadversión.

Juan Carlos I tenía claro que con la reina Sofía solo mantendría relaciones íntimas para engendrar al futuro rey de España, que tardó en llegar, tanto que estuvo a punto de cambiar la Constitución para que las infantas Elena y Cristina pudiesen heredar el trono, aunque no se fiaba mucho de su hija mayor. Tal vez si no le hubiesen obligado a casarse, en alguna ocasión se hubiese enamorado de la emérita, pero eso nunca sucedió. La engañó con más de 5.000 mujeres. Algunas de ellas, personas conocidas del mundo del espectáculo. Pagaba a todas las mujeres que deseaba conocer. Otras eran personas anónimas, la mayoría prostitutas de lujo a las que no volvía a ver.

Juan Carlos I haciendo un brindis / Gtres

Juan Carlos I conseguía a la mujer que quería por su dinero y poder 

El padre de Felipe VI reconoce haber estado enamorado en su matrimonio con la reina Sofía hasta en tres ocasiones. Con Bárbara Rey, Corinna Larsen, con quien estuvo a punto de casarse y divorciarse públicamente de la madre de sus hijos, y con Marta Gayà, con quien se ha mantenido más tiempo y nunca ha querido aprovecharse de la relación con el emérito.

Uno de los grandes escándalos es que Juan Carlos I pagaba a esas mujeres por su silencio con el dinero de los presupuestos generales del Estado, es decir, que los ciudadanos pagaban sus caprichos y sus líos.

Amadeo Martínez Inglés, refiriéndose a Juan Carlos I como "el depredador Juanito", sugiere que la cifra de 5.000 mujeres podría ser superada. Señala que la mayoría de estas mujeres eran prostitutas de alto nivel, muchas de ellas asociadas al espectáculo, la política, la moda y la nobleza. Revela que Juan Carlos I, a través de intermediarios, seleccionaba meticulosamente a estas mujeres según su nacionalidad, altura física, color de pelo, tamaño de pechos y estatus social. Estas mujeres eran trasladadas al lugar designado para encontrarse con el monarca, manteniendo la operación en estricto secreto.

En ocasiones, para cumplir con las fantasías de Juan Carlos I, Casa Real traía a mujeres del este en aviones privados para acostarse con él y después las devolvía a su país como si fuesen mercancía. Les pagaba con grandes cantidades de dinero.

Corinna Larsen y Juan Carlos I