En el último año, la Casa Real ha experimentado una serie de tensiones internas derivadas de los comportamientos de algunos miembros de la familia, y el foco de atención se ha centrado en la joven Irene Urdangarin. La nieta de la reina Sofía, quien se instaló temporalmente en Zarzuela tras fracasar en su intento de acceder a la universidad de Lausana, ha generado un auténtico terremoto en el palacio.
Irene llegó a Madrid después de unos meses difíciles. Su estancia en Zarzuela, que en principio parecía una solución temporal, se convirtió en un ejemplo de abuso de confianza y descontrol. Durante su tiempo allí, Irene, que ya venía de fracasar en sus estudios, no logró avanzar en sus objetivos más básicos, como obtener el carnet de conducir. En lugar de centrarse en su formación, se dejó llevar por un estilo de vida acomodado que incomodó tanto a los reyes como al personal del palacio.
Irene Urdangarin, a la sopa boba en Zarzuela
Bajo el consentimiento de su abuela, la reina Sofía, Irene vivió rodeada de privilegios. Aunque intentó lavar su imagen al embarcarse en un voluntariado en Camboya, este resultó ser poco más que un viaje cómodo, con actividades ligeras como paseos en bicicleta y tareas superficiales. Nada que se asemeje a los esfuerzos de quienes acuden a esos lugares con un compromiso auténtico de ayudar.
Además, durante su estancia en Madrid, Irene fue influenciada por su prima Victoria Federica, con quien compartió numerosas salidas nocturnas y actividades alejadas del protocolo y la seriedad que exige pertenecer a la familia real. Las noches de fiesta y el uso indiscriminado de los recursos de Zarzuela acabaron por agotar la paciencia de Felipe VI, quien dejó claro que la residencia real no podía seguir funcionando como un hotel de lujo para sus familiares.
Irene Urdangarin era un bulto sospechoso
Aunque la reina Sofía disfrutaba de la compañía de sus nietos y permitió ciertas licencias, su hijo Felipe tuvo que intervenir. Los reyes y altos cargos de la casa real, se mostraron preocupados por la imagen pública de la familia y por el impacto que este desorden interno podría tener en la percepción de la monarquía.
Finalmente, en septiembre de 2024, Irene dejó Zarzuela para trasladarse a Oxford, donde continuaría con sus estudios. O, al menos, intentarlo. Sin embargo, su paso por el palacio dejó un sabor amargo en la familia. La Casa Real, cansada de las situaciones de abuso y los privilegios excesivos, tomó la decisión de establecer nuevas normas que limitan el acceso y la estancia de los familiares en Zarzuela.