Aunque Felipe VI siempre ha mostrado una apariencia de buena salud, en los últimos años ha tenido que lidiar con varios problemas médicos que han requerido atención. Hace poco, el rey tuvo que someterse a una cirugía para aliviar un dolor crónico en su mano izquierda, una molestia que lo había acompañado durante mucho tiempo.
Además, Felipe VI ha sufrido de dolores de espalda persistentes, especialmente en la región lumbar, una condición que se ha acentuado debido a sus frecuentes viajes y al estrés asociado con sus responsabilidades reales. Conocido por su amor por el deporte, estos problemas de salud han interferido en su rutina de ejercicio. En 2018, para mitigar los dolores de espalda, el monarca recurrió a un tratamiento de radiofrecuencia por aguja, conocido como rizolisis. Esta terapia fue un intento de aliviar las molestias que afectaban su calidad de vida. Además, Felipe VI mantiene visitas regulares a su fisioterapeuta.
Felipe intenta ocultar que padece onicofagia
De lo que apenas se habla, sin embargo, es de otro problema que padece Felipe desde hace décadas. Un trastorno impulsivo que desde Zarzuela no mencionan. Así como sí se han hecho públicos otros problemas, apenas se ha hablado de la onicofagia. Un problema muy común en muchas personas que, básicamente, consiste en morderse las uñas.
Este comportamiento, que se intensifica en momentos de estrés, tensión y ansiedad, puede parecer trivial, pero los expertos advierten que puede causar problemas dentales, deformaciones en las cutículas e infecciones, tal y como recogió la revista Lecturas.
En épocas de estrés y presión se acentúa el problema
En numerosas fotografías, se puede ver al rey tratando de esconder sus manos, o con tiritas y heridas visibles en sus dedos, lo que revela su lucha constante contra este hábito. Algunos especulan, según el medio mencionado, que podría sufrir también de dermatofagia, un trastorno similar que implica morderse la piel alrededor de las uñas. Para abordar este problema, es esencial la intervención de un especialista que pueda ofrecer estrategias y tratamientos adecuados.
El manejo de este trastorno impulsivo ha sido un asunto delicado para la Zarzuela, que ha optado por mantener estos detalles en secreto absoluto. La imagen pública de Felipe VI es meticulosamente cuidada, y la revelación de este problema podría ser percibida como una vulnerabilidad. No obstante, este trastorno es una realidad con la que Felipe VI ha lidiado durante muchos años, y que se agrava en períodos de alta presión.