Sobre los gustos, hábitos y excentricidades gastronómicas de Zarzuela se podría hacer un libro. La familia más poderosa del Estado, con permiso de la dinastía de la Casa de Alba, siempre ha sido de grandes festines, de delicatessen, de una despensa llena hasta los topes de productos de primera categoría. Juan Carlos se ha puesto las botas; sus predilecciones siempre han sido el marisco y el vino, pero también otros vicios inconfesables más terrenales: por ejemplo, devorar kebabs. Hay un tal George, que regenta un restaurante libanés en Madrid desde hace décadas, que prepara los preferidos de los Borbones. Desde el emérito a los actuales monarcas, Felipe y Letizia: "Venían los guardaespaldas y se llevaban 7 u 8", explicaba el señor, quién vio una bajada salvaje de los pedidos de Casa Real a partir de los escándalos del patriarca.
Letizia puso el régimen alimenticio royal patas arriba, desatando sus obsesiones por la comida saludable y sometiendo el paladar de su marido y, especialmente, el de sus hijas Leonor y Sofía. Aquellas sopas de acelgas, aquellos cuencos con quinoa, aquel aburrimiento gustativo sin compasión... Un drama. Por eso cada vez que las niñas escapaban al control de la madre, las pillaban pecando. Primero fueron bombones, y ahora ya son torreznos, hamburguesas y bebidas plenas de azúcar. Ha perdido la batalla. Consciente de eso, se ha ido pasando al lado oscuro, paso a paso. Ha abierto la mano con respecto a las restricciones más severas, cosa que afecta al producto que más triunfaba, tradicionalmente, en casa de su familia política: el jamón.
Jamón, pero no cualquiera, no. Aunque la vimos aceptando un lote de embutidos de regalo durante una visita a un salón de alimentación, todos ellos ecofriendly, el que realmente hace perder la cabeza en la Casa Real es otro: el de Jabugo y de bellota. Pero incluso en este sentido son diferentes, privilegiados, asquerosamente ricos: su preferido son las piezas prohibitivas de 12.000€. Jamones como los que ha enseñado el meteorólogo Mario Picazo en su nuevo magazín de tarde en Cuatro, 'Tiempo al Tiempo', durante la visita a una dehesa de Huelva que presume de ser el proveedor de royals, VIPS y personajes celebérrimos: por ejemplo, el difunto director de cine catalán Bigas Luna, autor de 'Jamón, Jamón.' Todo se explica. Tienen el morro muy fino.
A ver, haremos cálculos. Una pieza entera de un jamón de Jabugo, de bellota y de calidad sin discusión puede llegar a 700 o 800€. Las que salen de una granja de Galaroza no bajan de los 5.000. "Y pierdo dinero", asegura Eduardo, dueño de la empresa. Los cerdos que utiliza no son normales, añade: "Es cerdo ibérico manchado, el más caro y exclusivo del mundo: solo existen 50 productores". El ganadero tiene 40, y son su gallina (o cerdo) de los huevos de oro. La mayoría de las piezas se van a subastar, multiplicando su valor. No sabemos si a Casa Real le hacen precio especial, seguro que hay algún descuento. Sea como sea, ahora se entiende mejor que Letizia haya dejado de ser una remilgada con el jamón. Así cualquiera.