La tragedia de la DANA en Valencia trajo una imagen posterior que pasará a la posteridad, cuando los reyes Felipe y Letizia decidieron finalmente, bastantes días después, hacer acto de presencia en algunos de los pueblos valencianos devastados. Una visita que acabó con abucheos, disturbios, indignación y lanzamiento de bolas de barro que salpicaron las caras desencajadas de los monarcas, con Letizia con los ojos llorosos y el Borbón tratando de calmar al personal. Unos vecinos que no estaban para alfombras rojas a los reyes, ni para golpecitos en la espalda ni para salir en la foto. Lo que querían eran acciones y menos presentarse de cara a la galería haciéndose los preocupados.

Y de las niñas, ni hablar. Ausencia total tanto de la princesa y heredera Leonor, como de su hermana pequeña, la infanta Sofía. Lamentable mutis por el foro, que dice muy poco sobre la que en teoría será la próxima reina de España cuándo tome el relevo de su padre. Después de aquella primera visita de Felipe y Letizia, sí que han repetido visita. Después de aquel 3 de noviembre, cuando visitaron Paiporta junto con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente valenciano, Carlos Mazón, el pasado 19 de noviembre fueron a Chiva y Utiel, en Valencia, y Letur, Albacete, manteniendo encuentros con voluntarios y personal de los servicios de emergencias, y recorriendo a pie las zonas afectadas. La última de ellas, la que acaban de hacer, ahora sí, los cuatro, toda la familia real al completo, a uno de los pueblos afectados. Concretamente a Catarroja.

Por carretera y sin avisar a las autoridades locales, visita sorpresa de los monarcas y las hijas que corrió como la pólvora en redes y que nadie se esperaba ni estaba prevista en la agenda de la Casa Real y donde se dejaron ver especialmente por el mercado municipal, uno de los lugares emblemáticos de la devastada población valenciana. Una visita que ha tocado lo que no suena a más de uno. Por ejemplo, a la alcaldesa de la localidad, la socialista Lorena Silvent, que no se ha mordido la lengua a la hora de dejar a los reyes a la altura del betún, diciendo que da una imagen de "cierta normalidad a algo que no es real", ya que los restos de la catástrofe son todavía muy evidentes y queda mucho trabajo por hacer. De hecho, la alcaldesa de Catarroja dice que se enteró de la visita real mientras reparaba una cañería.

De hecho, Silvent ha confesado que a pesar de encontrarse a cien metros del mercado que visitaban los reyes, no ha querido acercarse, ya que considera que ha sido "una falta de respeto porque no se han puesto ni siquiera en contacto conmigo".