"A partir del 31 de octubre protagonizará muchas portadas, ella, sus novios presuntos, supuestos, reales e irreales", le dijo hace poco Pilar Eyre a Helena Garcia Melero en el Tot es mou, hablando de la princesa Leonor. La presentadora remachó el clavo con un explícito: "Se abrirá la veda". Y tanto que se abrirá la veda. Y es que el hermetismo endémico y la burbuja en la cual Letizia tiene a sus hijas se pinchará cuando las niñas tengan la mayoría de edad y los medios ya no sean tan quisquillosos a la hora de hacer público por quién bebe los vientos la princesa. Y es que a veces parece como si la heredera no tuviera la edad que tiene, casi 18 años, una adolescente que ya va camino de ser adulta, pero en su caso, parece sacrilegio hablar de los novios que tiene o deja de tener, como cualquier chico o chica de su edad.
En Zarzuela no son demasiado amigos de mostrar las diferentes relaciones sentimentales de la hija de Felipe y Letizia, y casi les coge un espasmo cuando se vio de refilón al joven brasileño con barba, guapote y de nombre Gabriel, que compartió internado con Leonor en Gales, y que era el noviete no oficial, pero sí oficioso de la joven Borbón. Lo pudimos ver de pasada con una sudadera del UWC Atlantic College en una escapada por vacaciones con su novia y con la familia de esta, y hace poco en unas imágenes de Telecinco tocándole el brazo a la princesa, imágenes borrosas, no vaya a ser. Pero para de contar. Ni rastro, por ejemplo, de otro chico con el que salió mientras hacía el bachillerato en Gales, según Pilar Eyre, el hermano mayor de una compañera de clase.
No se entiende que en pleno siglo XXI quieran seguir escondiendo la realidad a los españoles, y traten de evitar a toda costa que Leonor muestre a todo el mundo con quién está saliendo. Es incomprensible, por ejemplo, que en uno de los días más importantes de su vida, como fue hace poco el día de su graduación, solo estuviera acompañada por sus papis y su hermana, haciéndose selfies cuquifufis, y que no fuera a darle apoyo su novio. Quizás no tenía, pero nos jugamos un guisante a que si sí lo tenía, le recomendaron que no hiciera acto de presencia para no distraer el foco. Penoso. Ha tenido que ser una conocida suya, una royal de su edad, quien haya vuelto a retratar a la princesa española dejándole claro que no pasa nada por ser natural, que no pasa nada por mostrarse tal cual, y sobre todo, que no pasa nada por aparecer con tu novio en tu graduación.
Íngrid de Noruega, hija de Haakon y Mette-Marit, no lo dudó ni un segundo y apareció en su graduación al lado de su novio, Magnus Heien Haugstad, de 23 años, cuatro más que ella. Y no pasó nada. Todo normal. El martes pasado, la princesa acabó la escuela secundaria superior en Elvebakken, y la ceremonia tuvo lugar en el Oslo Concert Hall. Sus padres, evidentemente, estaban. Pero también Magnus Heien Haugstad, que la acompañó orgulloso a las celebraciones tal como muestran unas imágenes que ha publicado la revista noruega 'Se og Hor'.
Leonor se lo mira celosa. Celosa por no poder hacer como su homóloga noruega y aparecer del bracito de algún chico que le guste. Celosa por no poder ser ella y salir en pareja en sus días más importantes. Celosa de que su monarquía española esté, como siempre, a años luz de otras monarquías europeas.