¿Qué pasó aquellas 72 horas posteriores a que dos digitales, El Español y OK Diario, publicaran las conversaciones de Corinna? La amiga entrañable acusaba al rey Juan Carlos de cobrar comisiones, como las del AVE a La Meca, y de evadir impuestos a paraísos fiscales. Un periodista de uno de aquellos digitales, Alberto Lardiés, lo acaba de publicar en un libro que se venderá mucho este Sant Jordi: La democracia borbónica. Le puede pasar como al libro perdido del primo de Letizia, David Rocasolano. Adiós princesa está descatalogado y Rocasolano condenado a prisión.

De entre los muchos escándalos que explica el autor, el que afecta a Casa Real es de los más gruesos. La tesis del libro es que en 3 días, el Congreso de los diputados y la Audiencia Nacional enterraron el caso Juan Carlos, mal llamado caso Corinna. Y cómo uno de los máximos enterradores fue el director del CNI, amigo personal del rey emérito, Sanz Roldán. La comisión de investigación se desestimó por el trío PP-PSOE-Cs y el caso ya no está judicializado. El autor del libro tiene fuentes en la AN: "El juez y el fiscal ya tenían más que habladas sus posturas que eran compartidas y consistían en dar carpetazo a lo relacionado con Juan Carlos". No fue llamada a declarar Corinna y se archivó el escándalo por "falta de pruebas". 

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Por la misma razón, la justicia española quedó desacreditada cuando el Tribunal Supremo archivó las demandas de paternidad de dos ciudadanos, una la del catalán Albert Solà, que aseguran que su padre es Juan Carlos. El sistema judicial al rescate de la Corona. El libro contiene importantes contradicciones en este asunto judicial que archivó el TS calificando la demanda de paternidad de "torticera y frívola". Lardiés dicta una sentencia menos judicial pero mejor: "Nadie es inocente en esa lucha a muerte que se libra en la zona más sórdida de la democracia borbónica".

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El libro pone negro sobre blanco cómo algunos corruptos próximos al rey han caído: del exjefe de Zarzuela Rafael Spottorno al compiyogui López Madrid, pero el agua llega solo hasta Urdangarin, como el tonto útil que hacía lo que veía en su suegro. Este velo de amnistías fiscales y penales y de carpetazos no esconde el papel de los medios de comunicación. Lardiés denuncia a la prensa acrítica con la Corona y destapa una orden que se recibe de muy arriba en los programas de TV de más audiencia, de Mediaset y Atresmedia: "De Juan Carlos lo que queráis, pero de Felipe ni una palabra". El sistema se autoprotege y la censura se extiende. Pero no alcanza a libros valientes como La democracia borbónica.