Juan Carlos de Borbón y Charlene de Mónaco no se conocen, cuando menos de manera oficial. Tampoco los reyes Felipe y Letizia tienen fotos con la esposa de Alberto II, un caso digno de estudio. Algún día tendremos que hablar de esta situación anómala entre casas reales europeas. Ahora bien, que la sudafricana ha oído hablar de ellos, ningún tipo de duda. Incluso los ha sufrirdo: hace poco más de 24 horas, en el Baile de la Rosa en Montercalo, por ejemplo. La gran noche de Charlene, después de 10 años desaparecida de la gran cita de su detestada cuñada Carolina, estuvo a punto de convertirse en una pesadilla mediática. Se presentó con un vestido muy adecuado para la temática discotequera de la 68.ª edición del opulento baile, y llamó la atención por elegancia, atractivo y diversión. Pero estuvo cerca de acabar llorando o maldiciendo por las esquinas de la Salle des Etôiles del Sporting.
Los expertos en moda explican el origen de la elección estilística de Charlene, la princesa que más gasta en ropa de todo el mundo. Un modelo del diseñador libanés Elie Saab, de unos 8000€, retocado para adaptarlo a los cánones disco y funky. 'Semana' explica cómo lo tunearon: más ajustado a su figura, sin capa, con el escote más cerrado y con forma de pantalón de campana. Un acierto. Deslumbraba, especialmente al lado de una Carolina de funeral con lentejuelas. Pero la sorpresa llegó con la entrada al recinto de tres figuras borbónicas, muy ligadas a Juan Carlos y sus polémicas. La dejaron temblando.
Hablamos de Álvaro de Orleans, el primo que le pagaba los viajes en avión y gestionaba una de sus fundaciones en paraísos fiscales; su segunda mujer, la italiana Antonella Rendina, y la hija de ambos: Eulalia. La ahijada del emérito, sí. Las dos mujeres dejaron a todo el mundo de piedra. La primera, la madre: había escogido el mismo modelo que la princesa y reina de la noche. Le salvó que no retocó el traje y que los colores eran diferentes. Por lo que explican, también era más económico así: 5200 euros. Rozó el palo. Cosa que también pasó con su hija, la joven Eulalia, de 18 años. No hubo gol de milagro.
La criatura, que también es del morro fino, llevaba una pieza con las mismas líneas que los Elie Saab de la discordia, y además con las tonalidades doradas y champán que lucía Charlene. Vaya ojo, tú. Parecía una broma de mal gusto. La gran incógnita es saber si hubo encuentro cara a cara entre las tres. Un momento incomodísimo, sin duda. Con la que sí que se hizo una foto, sin embargo, fue con la representación española de la noche, la groupie y desentonada Ágatha Ruiz de la Prada. Seguro que la diseñadora contenía la risa mientras pensaba en la coincidencia con Charlene. A su lado, el vestido reciclado de fiesta infantil que había elegido pasaba más desapercibido. Olé tú.