El Principado monegasco sigue siendo una de las principales atracciones en cuanto a royals. Siempre pasan cosas: Carolina, Estefanía, Charlene y Alberto de Mónaco son los protagonistas de todas las escenas. Charlene es conocida por ser una de las princesas más fenomanales de Europa y Alberto por ser un muy buen príncipe, aun y padecer ahora coronavirus por tercera vez. Dice mucho de él que se recupere una vez tras otra tras la maldita COVID. Es un aristócrata de hierro. Ahora, está mejorándose en casa y Charlene se mantiene alejada por precaución. Pero no está parada: aprovecha para recuperar su mejor sonrisa y su posado más devoto.

Y es que Charlene acudió ayer por la tarde a la misa de Santa Devota con motivo del día tradicional de Mónaco. Es un acto único que se oficia una vez al año y al cual los Jefes de Estado monegascos suelen acudir siempre que pueden. Ahora, ante la imposibilidad de la asistencia de su marido, Charlene ha sido acompañada por sus hijos Jacques y Gabriella y su cuñada, la despampanante Carolina de Mónaco. En la entrada a la misa ya se la ha podido ver reluciente, muy diferente al que ha sido su estado anímico en los últimos tiempos, cuando sufrió una enfermedad que la tuvo que aislar en Sudáfrica hace ya varios meses. Definitivamente, está mejor que nunca. Su sonrisa la delata.

El look de Charlene

Lo que más nos encantó, además de la complicidad entre la madre y sus dos niños, fue la vestimenta de Charlene. Guapísima como siempre y con su mejor rostro nunca antes visto, la princesa de Mónaco se presentaba a la catedral con un elegantísimo outfit formado por una falsa de bajo desigual en color visión y jersey de cuello vuelto gris, combinado con una chaqueta de solapas en color gris. Una delicia, la cual le quedaba a la perfección con dos de sus mejores complementos que ya ha lucido en más de una ocasión: unos guantes color marrón y unas botas negras altas, los cuales la salvaron del intenso frío monegasco. Y es que ayer en Mónaco hacía 5 grados, a punto de nevar.

Pasa página: pasado pisado

Charlene de Mónaco ya no es así, es otra. Su mala época cuando permaneció fuera de juego siendo ingresada en Sudáfrica y luego en Suiza ha quedado muy atrás. Ya ni se acuerda, aunque fue no hace mucho. Ahora representa a la realeza impecablemente y ya no queda rastro de aquella Charlene en baja forma. Sus mejores apoyos, además de sus hijos y su marido Alberto, vienen de la rama Grimaldi. Su inseparable compañía a lo largo de los últimos tiempos es Mélanie-Antoinette Costello de Massy, la hija de Elizabeth-Ann de Massy, quien fue hasta su muerte en 2020, la prima preferida de Charlene. Y es que la Casa Grimaldi es muy cariñosa y muy afectuosa, pero tiene un gafe con el amor. Charlene, impoluta, parece decidida a sobrepasarlo: su relación con Alberto va viento en popa y ella está radiante, en su mejor época. Vous êtes le meilleur, princesse!

Escudo Casa Grimaldi