El Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1, uno de los eventos más destacados del calendario anual, tuvo lugar el pasado domingo 28 de mayo. Entre los distinguidos asistentes se encontraba la princesa Charlene de Mónaco, quien acaparó todas las miradas y comentarios desde la grada de honor. Sin embargo, no fue solo su llamativo atuendo y su reciente cambio de color de pelo, lo que generó un gran revuelo, sino su actitud fría y distante. Su rostro circunspecto, impasible y sin emoción alguna, revelaba un estado preocupante que no ha pasado desapercibido en los medios franceses, que han afirmado que la vida personal de Charlene está sumida en el caos una vez más, con una recaída en sus adicciones y sus problemas de depresión.
A pesar de haber dejado atrás una etapa difícil en la que su delicado estado de salud la mantuvo separada de su familia durante más de medio año, Charlene de Mónaco continúa bajo sospecha. Sus ausencias intermitentes de la agenda oficial monegasca y los persistentes rumores de una crisis matrimonial, no dejan de perseguirla. Cuando a esto se suman los momentos de escasa complicidad en público con su esposo, el príncipe Alberto, se genera un aluvión de especulaciones sobre lo que realmente le ocurre a la princesa monegasca tras los muros del Palacio Grimaldi.
El enigmático rostro de Charlene: ¿qué señales revela sobre su vida personal?
Durante la retransmisión de la carrera de F1, resultó imposible pasar por alto la expresión imperturbable que mostraba la esposa del soberano monegasco. Su rostro, casi inescrutable, no revelaba absolutamente nada. Los escasos momentos de interacción con el príncipe Alberto parecían forzados y no nunca recibió una respuesta entusiasta por parte de la sudafricana. Con seriedad en su mirada y sin una sonrisa que la acompañara, su presencia resultaba intrigante. Sin embargo, hubo un breve destello de relajación cuando entregó el trofeo al piloto español Fernando Alonso, quien finalizó en segunda posición. Posteriormente, en el backstage del circuito, la princesa Charlene posó en una foto familiar junto a sus hijos, Jacques y Gabriella.
Una batalla contra la depresión y el regreso de sus adicciones
A pesar del evidente desgaste emocional de la princesa, en el Principado, siempre ha existido cierto hermetismo en torno al estado de salud de Charlene. Aunque en contadas ocasiones ha hablado públicamente sobre sus luchas, se puede intuir la dureza de su batalla. "El camino ha sido largo, difícil y doloroso", llegó a confesar en una ocasión. Sin embargo, fuentes cercanas al Palacio Grimaldi aseguran que la verdadera causa de su prolongada ausencia en Mónaco no se debió a una infección otorrinolaringológica, sino a su adicción a los somníferos. Según la revista "Here", la princesa Charlene se ha vuelto dependiente de una peligrosa y altamente adictiva combinación de pastillas para conciliar el sueño, que incluye "Stilnox, Imovane y derivados de Carfentanil", una mezcla de fármacos que consume arbitrariamente y en dosis mucho más elevadas de lo recomendado por los médicos. De este modo, se ha revelado que Charlene de Mónaco sigue librando sus propias batallas personales, debatiéndose entre la opulencia de la realeza monegasca y la lucha por recuperar su salud mental.