La boda entre Charlene de Mónaco y el príncipe Alberto, celebrada el 1 de julio de 2011, no fue precisamente un cuento de hadas real, sino más bien fue el punto de partida de una saga llena de intrigas y misterios que ha mantenido al mundo en vilo desde entonces. Y es que, antes de que la sudafricana se convirtiera en 'La princesa triste', fue encasillada como 'La princesa prisionera', dado que intentó escapar de Alberto de Mónaco en tres ocasiones.
Los días previos al matrimonio estuvieron cargados de tensiones y especulaciones. Charlene, una atleta olímpica acostumbrada al rigor de la competición, se enfrentaba ahora a una carrera mucho más difícil: la vida como miembro de la familia Grimaldi. Los rumores de que su romance con el príncipe no era más que una fachada para garantizar la sucesión al trono al traer al mundo a un heredero circulaban sin cesar, tejiendo una red de dudas en torno a su compromiso y la verdadera naturaleza de su relación.
Los tres intentos de fuga de Charlene
En medio de la creciente rumorología, surgió una historia que capturó la imaginación del público: los supuestos intentos de fuga de Charlene. Según el semanario francés L’Express, la princesa habría tratado de escapar en tres ocasiones. El primer intento se habría dado cuando empezaron a circular rumores sobre la posible paternidad de Alberto de un tercer hijo ilegítimo, lo que habría llevado a una reacción desesperada por parte de Charlene. Aprovechando un viaje planeado a París para las pruebas de su vestido de novia, se especula que ella habría intentado buscar refugio en la embajada de Sudáfrica.
El segundo intento de fuga habría ocurrido durante el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco, mientras que el tercero fue el más audaz de todos. Se dice que Charlene reservó un vuelo a Niza con la intención de desaparecer de la vida del príncipe Alberto y regresar a Sudáfrica. Sin embargo, su intento fue frustrado cuando fue interceptada en el aeropuerto y se le retuvo el pasaporte, convirtiéndose así en la protagonista involuntaria de una saga digna de una novela de intriga al convertirse en la “La princesa prisionera”.
La ceremonia de boda y la peculiar luna de miel
Después de estos intentos fallidos de escapar, durante la ceremonia de bodas, cuando Charlene se dirigía hacia el altar, su semblante mostraba una combinación de emoción y ansiedad. Las lágrimas que derramó fueron objeto de diversas interpretaciones por parte de los presentes, contribuyendo así a la leyenda de la princesa triste. A pesar de ello, la versión oficial mantenía que eran lágrimas de felicidad, reflejando su emoción por el amor que compartía con su esposo.
Las interpretaciones sobre la boda pueden ser diversas, ya sea respecto a si las lágrimas de la novia fueron de alegría o de tristeza, o si hubo intentos de fuga o aceptación resignada de su destino. Sin embargo, lo cierto es que después del "sí, quiero", los recién casados disfrutaron de una luna de miel peculiar: separados. Decidieron viajar a Sudáfrica, pero en lugar de compartir el mismo hospedaje, cada uno eligió un hotel distinto. Este enfoque poco convencional en su luna de miel es solo un ejemplo de cómo esta pareja no necesita que otros construyan su leyenda; ellos la escriben por sí mismos, con sus decisiones y acciones singulares.