Si algo distingue a Charlene de Mónaco, además de su enigmática expresión y los incesantes rumores sobre su matrimonio con el príncipe Alberto, es su figura esbelta y tonificada. A sus 47 años, la princesa sigue luciendo un cuerpo atlético que nada tiene que envidiar a sus días de gloria en la natación profesional. Y es que, a pesar del paso del tiempo y de las exigencias de la vida palaciega, Charlene ha mantenido intacta la disciplina alimenticia que la llevó a los Juegos Olímpicos. Lejos de sucumbir a las tentaciones de la opulencia gastronómica que ofrece el Principado, la princesa ha optado por seguir una rigurosa dieta vegetariana, un plan alimenticio que no solo le permite conservar su físico imponente, sino que también le proporciona la energía necesaria para afrontar sus obligaciones oficiales y la crianza de sus gemelos, Jacques y Gabriella.

Un plan alimenticio con raíces en su pasado deportivo

La alimentación de Charlene de Mónaco no es casualidad ni capricho, sino el resultado de años de entrenamiento y disciplina. Desde sus tiempos como nadadora de alto rendimiento, la princesa ha seguido un régimen estrictamente equilibrado, basado en una ingesta abundante de proteínas vegetales, cereales integrales y grasas saludables. Fuentes cercanas al entorno de la princesa aseguran que su dieta excluye cualquier tipo de carne y pescado, enfocándose en legumbres, frutos secos y verduras frescas. Este tipo de alimentación le ha permitido mantener una piel luminosa, una figura envidiable y una fortaleza impresionante, incluso tras los complicados problemas de salud que la mantuvieron alejada del Principado en 2021.

Los beneficios ocultos de su estricta dieta

Los expertos en nutrición coinciden en que una dieta vegetariana bien planificada puede traer enormes beneficios para la salud, y Charlene de Mónaco es un claro ejemplo de ello. La reducción del colesterol, la prevención de enfermedades cardiovasculares y la mejora en la digestión son solo algunos de los efectos positivos que experimentan quienes adoptan este estilo de vida. Sin embargo, no todo es tan sencillo. Este tipo de alimentación exige un control meticuloso para evitar carencias nutricionales, algo que la princesa cuida con extrema precaución. Su dieta incluye una selección balanceada de alimentos ricos en hierro, calcio y ácidos grasos esenciales, acompañados de suplementos vitamínicos recomendados por sus asesores de salud.

Aunque su agenda como miembro de la realeza la obliga a asistir a innumerables eventos y compromisos públicos, Charlene no ha dejado de lado su amor por el deporte. La princesa complementa su estricta dieta con sesiones regulares de ejercicio físico de alto impacto, que incluyen entrenamientos de resistencia, yoga y pilates. Quienes la conocen afirman que su rutina diaria es casi militar, con un horario riguroso que le permite mantenerse en forma y evitar el desgaste provocado por sus responsabilidades como madre y princesa consorte.

Sin duda, su década de experiencia como atleta de élite la ha preparado para afrontar los desafíos de la vida palaciega con la misma disciplina con la que enfrentó las competencias deportivas. Y aunque el tiempo pasa, su figura y vitalidad son la prueba de que su meticulosa alimentación vegetariana y su dedicación al ejercicio continúan siendo su mejor arma contra el envejecimiento y la fatiga.