Oh là là. Charlène de Mónaco, la princesa consorte y mujer de Alberto de Mónaco, no es solo una royal magnífica, sino que es una persona fenomenal. Tiene un don de gentes espectacular y eso lo aprovecha para ser amable con los demás. Tiene una Fundación, la Fondation Princesse Charlène, que salva vidas. En Instagram se definen así: "La Fundación Princesa Charlene de Mónaco salva vidas luchando contra los ahogamientos y cree en la educación a través de los valores del deporte". Top. Parfait. Génial.
En ella, Charlène apoya a distintos deportes acuáticos y no acuáticos, destacando entre ellos el rugby y la natación. "Además de inculcarles los valores del deporte, enseñan a nadar y seguridad en el agua a los pequeños para evitar los ahogamientos. A través de juegos y la práctica de deporte esta fundación busca colaborar en que estos niños se conviertan en adultos responsables", explican en Vanitatis. Un diez para Charlène.
La cuestión es que ama tanto su proyecto que no solo lo promociona en redes, sino que hace actos benéficos, también para la campaña de Navidad, en donde sobresale con su nuevo vestido cantarín. La princesa está brutal. Fíjense en cómo vestía para el baile anual de Navidad en la sala Bélle Époque del hotel Hermitage de Mónaco. Excelsa:
Con un vestido de transparencias de la marca Carolina Herrera, la mamá de Gabriela y Jaime de Mónaco también ha lucido un escote palabra de honor, tul y piedrecitas de color oscuro. Para completar su hermoso look, unos pendientes sencillos de diamantes. Muy bonitos, muy pijos... y sí, muy muy caros. Miles de euros, seguro. Made in Monaco.
Un Papá Noel con una barba muy fake
Los Papás Noeles están ahora muy de moda. Se acerca el día más especial del año, el día de Navidad, y Santa Claus tiene que recoger las cartas de los niños. Noel también asistió al acto navideño de la princess, pero no cuidó esta vez muy bien su atuendo. Un gorro precioso, unos pantalones oversize XL, un saco de juguetes... pero dos detalles con los que se podrían fijar los niños que podría haber evitado. Unas botas muy fresh (debería ir más rústico, más de Finlandia, más de Laponia, más de Rovaniemi) y una barba falsa total. Si un gracioso le hubiera intentado arrancar allí mismo la barba se la habría sacado de cuajo. Santa Claus tendría que haberse dejado crecer una barba natural. Menos mal que no pasó nada, pero cantaba la traviatta que este no era el Papá Noel que viene a nuestras casas el día 25 a rellenarnos los calcetines con dulces y turrones. La imagen habla por sí sola:
Charlène, la próxima vez contracta a un actor mejor. Si un niño se percata le puede dar un síncope.