Charlene de Mónaco ha vuelto a ser el centro de atención, no por su labor como primera dama del Principado, sino por las duras críticas que señalan su supuesto desinterés en la crianza de sus hijos, Jacques y Gabriella. La ex nadadora olímpica ha sido acusada nuevamente de ser una madre ausente, dejando que otros se encarguen del cuidado de los mellizos mientras ella se ausenta del país, levantando más sospechas sobre su vida privada y su papel dentro de la Familia Real monegasca.

Charlene bajo la lupa: críticas y ausencias en su papel como madre

La reputación de Charlene como madre ha sido objeto de debate desde hace años, pero los recientes rumores han avivado aún más la controversia. Tras una prolongada enfermedad que la mantuvo alejada de Mónaco y de sus hijos, las críticas a la princesa han vuelto a resurgir con fuerza. Muchos señalan que, pese a haber regresado a sus deberes reales, sigue siendo una figura distante en la vida de sus mellizos.

Lo más preocupante para los monegascos es que Charlene parece desaparecer de lunes a domingo, sin atender personalmente a sus hijos. Según diversas fuentes, la princesa delega sus responsabilidades maternales en cuidadores y en ocasiones, en su cuñada Carolina de Mónaco, con quien ha tenido múltiples tensiones en el pasado. Esta situación ha levantado serias dudas sobre su rol como madre, e incluso algunos medios europeos sugieren que Charlene solo se presenta en el Principado cuando tiene compromisos oficiales.

A todo esto se le suma la supuesta distancia emocional que mantiene con sus hijos. La exnadadora parece estar más preocupada por cumplir con su imagen pública que por dedicarse a la crianza de los mellizos. El punto álgido de esta polémica llegó cuando se publicó en la revista ‘Paris Match’ una anécdota en la que Charlene, durante unas clases de natación de Jacques y Gabriela, ignoró los sollozos de su hijo, insistiendo en que continuara la lección pese a su evidente malestar. Este hecho ha sido interpretado por muchos como una muestra de su severidad y desapego emocional, poniendo en duda sus habilidades como madre.

Un matrimonio por conveniencia

Pero las acusaciones contra Charlene no terminan ahí. Los rumores no solo apuntan a su supuesta negligencia como madre, sino también a la verdadera naturaleza de su matrimonio con el príncipe Alberto. Fuentes cercanas a la realeza aseguran que este matrimonio no es más que un acuerdo económico. La pareja, según especulaciones, habría pactado mantener una fachada de matrimonio feliz para preservar la imagen de la Corona monegasca. Charlene, por su parte, vive la mayor parte del tiempo en Francia, alejándose de su vida en el Palacio Grimaldi y, por ende, de sus hijos.

La situación se agrava cuando se descubren detalles de la vida diaria de la princesa. Se dice que Charlene tiene muy poco contacto con sus hijos, y que solo asume su rol de madre cuando es estrictamente necesario para fines mediáticos. La princesa, al parecer, ha encontrado en este arreglo una forma de vida cómoda y lucrativa, viviendo separada del príncipe y de sus hijos, mientras cumple con sus apariciones públicas para mantener las apariencias.