Continúa la visita de la familia real a Asturias, con unas jornadas repletas de actos en torno al principal, la entrega de los Premios Princesa de Asturias que presidió la princesa Leonor este viernes en el teatro Campoamor de Oviedo.
El retorno de la hija pródiga ha tenido de todo: duelos estilísticos con la hermana, palabras en un perfecto inglés, cambios físicos con comentarios virales por parte de su padre, looks estrambóticos, especialmente por parte de la reina Sofía, demostraciones públicas de Letizia de cómo no soporta a su suegra y gestos de la reina a su marido cuando en medio de un discurso, se distrajo y no estuvo atento.
El día antes, concierto en el Auditorio Príncipe Felipe en homenaje al compositor Joaquín Rodrigo. Todo eso pasó en Oviedo, pero los reyes y sus hijas han continuado este sábado su tour por tierras asturianas para otorgar el galardón y el reconocimiento al Pueblo Ejemplar de la comunidad autónoma de la que es originaria Letizia.
Este año le ha tocado el honor a Santa Maria del Puerto, una pequeña localidad de tradición vaquera que ha recibido la visita de Felipe, Letizia, Leonor y Sofía, paseando por las calles, pronunciando los habituales discursos, destapando placas conmemorativas a las niñas y pregonando las bondades de la villa, de los jóvenes que se quedan en el pueblo trabajando la tierra y mezclándose con los vecinos de la zona, que les han recibido con aplausos, vivas y música de gaitas, como era de esperar.
La jornada ha sido el habitual baño de multitudes de los monarcas y sus hijas. Todo el pueblo en las calles, estilo Bienvenido Mr. Marshall, pero en lugar de los americanos, con los Borbones. A diferencia de la mítica película de Berlanga, sin embargo, aquí sí que se han detenido a saludar a todo el mundo y hacer ver que les interesaba lo que les explicaban.
En estos encuentros espontáneos por las calles del pueblo se ha vivido una de las anécdotas de la jornada, revelada por el diario La Razón. Explican que los pocos niños, cuatro, que todavía quedan en la villa se han acercado con ilusión a la princesa y la infanta para darles unos dibujos en su honor.
Como muestra de agradecimiento, Leonor y Sofía han chocado los puños con los niños, sin llegar a la familiaridad de antes de los abrazos o apretones de manos de manos, pero tampoco, a la frialdad fruto de la pandemia, de saludarse con los codos.
Felipe ha querido seguir el ejemplo de sus hijas y ha querido hacer lo mismo con otro niño pequeño que miraba la escena en brazos de su padre.
El cronista del mencionado diario menciona que "el chico parecía algo nervioso y asustado por la congregación de las masas y el alboroto formado en su tranquilo pueblo, así que no ha habido forma de hacerle chocar el puño con el jefe de Estado". Felipe, erre que erre, intentando que el niño pequeño le chocara el puño, haciéndose el enrollao, pero el niño no estaba por la labor.
El monarca, dicen, "se lo ha tomado a risa y ha respondido con humor ante este ‘rechazo’, como suele hacer siempre que interactúa con los más pequeños"... Se lo habrá tomado a risa, pero lo que es bien cierto es que muchos otros hacen como el niño y cada vez tienen menos ganas de chocar los puños con una monarquía que esconde la basura y los escándalos, sobretodo de papi Juancar, bajo la alfombra, por mucho que hoy, en Asturias, le parezca que todo el mundo le ríe las gracias.