Casa Real vive una nueva Navidad totalmente distanciados. Hace una década que la familia no se reúne al completo, por lo menos públicamente. No hay ni una sola imagen de todos los Borbón juntos en las escaleras de Zarzuela, y es que la familia está totalmente rota, el único matrimonio que aguanta a flote es el formado por los actuales reyes, y algunos aseguran que es un matrimonio de conveniencia. La infanta Elena rompió en 2009 con Jaime de Marichalar y la infanta Cristina oficializó su divorcio de Iñaki Urdangarin en enero de este mismo año.
Cuando estalló la polémica del caso Nóos y las fechorías de Juan Carlos salieron a la luz tras su caída cazando elefantes en Botswana, Felipe VI y Letizia obligaron al emérito a abdicar y el entonces príncipe se proclamó rey de España, con la madre de Leonor y Sofía como reina consorte. La primera medida que tomaron fue alejarse públicamente de los Borbón. Casa Real se compuso solamente por los reyes, sus dos hijas, la princesa y la infanta, y la reina Sofía en calidad de emérita por su rol de víctima.
Navidad tras Navidad, los reyes han celebrado estos días alejados de las infantas Elena y Cristina, también de sus hijos, y por supuesto del emérito. El día de Nochebuena cenan en el Pabellón del Príncipe con sus dos hijas y la madre de Letizia, Paloma Rocasolano, con su pareja, Marcus Brandler. Antes de iniciar la cena, los reyes se desplazan andando hasta Zarzuela para brindar con la reina Sofía y desearle unas felices fiestas.
Juan Carlos I no quería pasar la Navidad con la familia
Al acabar la cena Felipe VI vuelve a Zarzuela con su madre para acompañarla a la capilla de palacio, donde se celebra anualmente la Misa del Gallo, con ellos dos como únicos espectadores, ya que Irene de Grecia ya no se encuentra en condiciones.
Es una tradición que se mantiene en la actualidad, pero se hace desde hace décadas. Hace años a Misa asistían las infantas Elena y Cristina, Felipe VI, la reina Sofía, Irene de Grecia y Juan Carlos I. Pero desde hace años el emérito decidía cenar con la familia y marcharse. Pedí a su escolta que condujese hasta la Angorilla, a escasos kilómetros del palacio de la Zarzuela, donde vivían Corinna Larsen y su hijo. Terminaba de celebrar la Navidad con ellos, era el único sitio en el que no tenía que fingir.
En aquella época Juan Carlos I todavía era rey de España y hacía lo que quería sin que nadie le cuestionase porque se sentía todopoderoso. Todos sabían a donde iba pero nadie decía nada.