En los años dorados de la monarquía española, Zarzuela se convertía en un hervidero de actividad durante las fiestas navideñas. Las cenas de Nochebuena eran multitudinarias: familiares, amigos y colaboradores se reunían para disfrutar de un ambiente festivo único. Pilar Eyre relata que en aquellos días hasta 60 personas podían congregarse en el palacio, donde se brindaba con champán tras ver el discurso de Navidad del Rey y se disfrutaba de un bufet frío, ya que el servicio solía tener la noche libre.

Aquel ambiente, sin embargo, hace años que no se vive en palacio. Y muchas fuentes señalan a la reina Letizia por ello. La llegada de Letizia al entorno monárquico supuso un punto de inflexión. La reina consorte, consciente del impacto negativo que estas historias podían tener en la imagen de la monarquía, optó por transformar las celebraciones navideñas. Bajo su influencia, las fiestas en Zarzuela se tornaron más íntimas y formales, limitadas a los familiares más cercanos.

Juan Carlos mensaje navidad 1975 RTVE.es
Juan Carlos mensaje navidad 1975 RTVE.es

La reina Letizia no fue quien cambió las dinámicas familiares

No obstante, no fue Letizia la primera que rompió las dinámicas familiares, sino el rey emérito Juan Carlos I. Revela Pilar Eyre que, al principio, después de cenar, los mayores de la familia iban a una Misa del Gallo que se celebraba en la capilla de Zarzuela. Sin embargo, en los últimos años, Juan Carlos I cambió de costumbres.  

Tal y como relata la cronista, el rey emérito abandonaba discretamente el palacio. Mientras su familia se preparaba para asistir a la Misa del Gallo en la capilla del recinto, Juan Carlos I tenía otros planes. En plena madrugada, su chófer se encargaba de trasladar al monarca.

Juan Carlos I
Juan Carlos I

El rey Juan Carlos I abandonaba a la familia real en Nochebuena para irse con su amante

El destino de esas escapadas era La Angorilla, una finca situada a pocos kilómetros de Zarzuela. Allí vivían su entonces amante y el hijo de esta, con quienes el monarca prefería terminar la noche. Este comportamiento, aunque conocido por los presentes, era un secreto a voces del que nadie hablaba abiertamente. En aquellos años, la posición de poder y autoridad de Juan Carlos hacía que estas conductas fueran toleradas tanto por la familia como por el entorno cercano.

Juan Carlos se retiraba a la Angorilla, a escasos kilómetros, donde vivían su amante y su hijo, y terminaba de celebrar la festividad con ellos. Aunque nadie lo comentaba, todos lo sabían, pero a don Juan Carlos en esa época se le perdonaban sus faltas porque era rey todopoderoso. No solo en su país, sino también en su familia”, reporta Eyre. Y mientras tanto, la Misa del Gallo quedó solo para la reina Sofía, su hermana Irene de Grecia y Felipe VI.