La monarquía más polémica, pero también una de las mejor pagadas de la actualidad, es la de Dinamarca. Federico X y Mary llegaron al trono a empujones y gracias un escándalo matrimonial con Genoveva Casanova. Un camión a 150 por hora que atropelló a la madre del príncipe, Margarita II, de 83 años en aquel momento y sin ninguna intención de morirse sin ejercer como reina. Abdicar es una extravagancia histórica en la corona más antigua, casi una mancha mortal en el expediente. Pero no le quedó más remedio, era inmolarse o la barbarie. La esposa ultrajada huía, el matrimonio colapsaba, el heredero quedaba tocado de muerte y la alternativa era un adolescente de 18 años muy tiernos. El pacto del reino por tu silencio, tan habitual en estos universos, volvía a repetirse.

Los reyes daneses tienen espinas clavadas, por decirlo de una manera sencilla, y el teatro para disimularlo siempre acaba mostrando el cartón. Desde el mismo día de la coronación, con la cobra de Mary a su marido en el balcón de Amalienborg, hasta situaciones evidentes en cenas de gala y visitas de estado, destacan más por la frialdad y la distancia que por la sintonía y un precioso cuento en el país de Hans Christian Andersen. Se lo están cobrando, eso sí. En metálico. La fortuna que ingresan los miembros de la Familia Real es descomunal. Y lo más desgarrador, cuando menos para los daneses desencantados: que lo primero que ha hecho Federico X ha sido subirse la asignación, el salario, el sueldo. El montante final, 37 millones de euros al año. Bien, quizás así no tienen tentaciones como las de Juan Carlos, pero, aun así, es un disparate.

Federico X, Mary y Christian de Dinamarca / TRES

¿Quién no tiene paga oficial? Christian, el heredero. Hasta que no cumpla 21 no se hará el trámite en el Parlamento nacional, le quedan tres años para seguir viviendo de sus padres... hasta que tenga su paga como príncipe heredero. Tres años, además, para disfrutar de su juventud, para salir, para viajar, para quemarlo todo. Para irse de fiesta, como hace unas horas durante la celebración de la graduación del Bachillerato. Una ceremonia que mezcla la solemnidad y el desenfreno. La gorra es el símbolo más evidente, por eso la conservan toda la vida: habla de excesos de cervezas o de conquistas. Pero no ha sido este detalle el que nos ha dejado estremecido, ni mucho menos. En realidad es todo el conjunto de la criatura. Un niño mimado con mayúsculas. Y con el morro muy fino, como otros jovencitos que conocemos bien.

Christian de Dinamarca / GTRES

82000 coronas danesas, 11000 €, en una camisa, unas zapatillas deportivas y un reloj. La primera, de 1500; las segundas, modestas, de 500. Y el peluco de 9000, de una firma muy conocida. Una exhibición de opulencia en el Ordrup Gymnasium de Copenhague, a la que se sumó su madre, con más de 6.000 en bolsos de mano, pendientes, collar y sandalias, y las niñas pequeñas, perfectamente introducidas en el circuito de las marcas carísimas. Total, no lo pagan: una de ellas con zapatillas deportivas de 1000 €, por hacerse una idea. 37 millones dan para mucho.

Christian de Dinamarca con su familia en la graduación / GTRES