El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) jugó un papel crucial en la protección de la imagen de Juan Carlos I, especialmente cuando surgió la amenaza de que ciertos materiales comprometidos pudieran salir a la luz desde Rumanía. Durante la década de los 80, cuando Nicolás Ceaucescu aún estaba en el poder, se sabía que el dictador rumano grababa a todos los dignatarios y figuras importantes que lo visitaban. Entre ellos, el rey emérito, quien mantuvo varias reuniones con Ceaucescu. Estas visitas, aparentemente diplomáticas, no estaban exentas de riesgos, ya que el régimen rumano acumulaba grabaciones comprometedoras, tal y como recoge Elcierredigital, que podían comprometer seriamente la reputación del rey emérito.
El temor principal era que Ceaucescu hubiese captado imágenes y grabaciones de Juan Carlos I en situaciones íntimas y comprometedoras con mujeres durante sus visitas. Esto habría sido un golpe devastador no solo para la monarquía española, sino también para las relaciones diplomáticas de España, ya que en esos años el rey era un importante símbolo de la transición democrática del país. La caída del dictador rumano en 1989 provocó alarma en varios servicios secretos de países occidentales, incluido el español, ya que el acceso a estos materiales sensibles se volvía más probable.
El CNI intervino para evitar nuevos escándalos relacionados con Juan Carlos I
Con esta preocupación en mente, el CNI, entonces conocido como CESID, bajo la dirección de Emilio Alonso Manglano, amigo y defensor del padre de Felipe VI, decidió actuar rápidamente. Manglano, comprometido con la protección de la figura del rey, no podía permitir que esas grabaciones comprometidas con empresarios e incluso algunas señoritas se hicieran públicos y afectaran la estabilidad de la monarquía y del país.
Para llevar a cabo esta misión delicada, el CNI organizó un operativo en el que participaron cuatro agentes jóvenes, dos hombres y dos mujeres, enviados directamente a Rumanía con el objetivo de eliminar cualquier rastro de esas grabaciones. Juan Alberto Perote, quien entonces era el jefe de operaciones del CESID, dirigió la misión para asegurar que los materiales peligrosos no cayeran en las manos equivocadas y, sobre todo, que no se filtraran a la prensa internacional.
El CNI logró ocultar los secretos de Juan Carlos I en Rumanía
El operativo fue un éxito, y las grabaciones comprometedoras nunca salieron a la luz. Gracias a la intervención del CNI, se logró proteger tanto la imagen de Juan Carlos I como la seguridad del Estado español, evitando un escándalo que podría haber sido devastador para la monarquía. Este episodio muestra hasta qué punto los servicios de inteligencia se vieron involucrados en la protección de los secretos más oscuros del rey emérito, una figura que, pese a su contribución a la historia reciente de España, ha estado rodeada de polémicas a lo largo de los años.