Más allá de los actos oficiales y la imagen de perfección que proyecta la monarquía británica, la vida dentro del Palacio de Kensington es un entramado de normas, exigencias y tensiones que no siempre resultan fáciles de gestionar. Aunque el príncipe Guillermo y Kate Middleton representan la estabilidad y continuidad de la Corona, la convivencia con el heredero al trono no es precisamente sencilla, ni para su esposa ni para el personal que trabaja a su servicio.
El príncipe Guillermo ha heredado de su abuela, la reina Isabel II, un sentido del deber muy rígido, pero también una gran exigencia con quienes le rodean. Su carácter perfeccionista y temperamental ha sido señalado en varias ocasiones por antiguos empleados del palacio, quienes han descrito su humor como volátil. Según un exmiembro del personal, "puede irritarse con facilidad si las cosas no salen como espera".
El día a día con el príncipe Guillermo es complicado para Kate Middleton
Kate Middleton, por su parte, ha sabido adaptarse a las rígidas normas de la Casa Real, a diferencia de Meghan Markle, quien tuvo una relación más conflictiva con la institución. Desde su llegada, la princesa de Gales ha trabajado para ganarse el respeto de los asesores reales, observando y comprendiendo las reglas antes de intentar introducir cambios. Sin embargo, eso no significa que su vida en palacio sea sencilla. En privado, Kate ha bromeado en más de una ocasión diciendo que debe tratar a su marido como si fuera su “cuarto hijo”, una referencia a los momentos en los que el príncipe se muestra impaciente o exigente.
El personal de palacio, que es testigo de la vida cotidiana de la familia real, ha revelado que Guillermo mantiene una actitud implacable cuando se trata de cumplir con el protocolo. "Es un hombre de altas expectativas, tanto para sí mismo como para quienes trabajan con él", ha explicado una fuente cercana. Esta presión constante genera un ambiente tenso en el círculo más cercano de los príncipes de Gales.
A pesar de estos desafíos, Kate y Guillermo han sabido mantener una imagen pública de complicidad y unión, lo que les ha convertido en los miembros más populares de la realeza británica. La princesa ha demostrado ser un pilar fundamental en la vida del príncipe, ayudándole a gestionar sus responsabilidades sin dejarse abrumar por el peso de la corona.