El tercer capítulo del podcast 'Corinna y el rey' ya ha visto la luz. La protagonista principal es la reina Sofía, la esposa de Juan Carlos, a la que el emérito hubiera mandado a hacer gárgaras sin dudarlo ni un segundo si la alemana hubiera accedido a la pretensión del Borbón: casarse con él. El relato ofrece detalles sobre cómo fue el primer encuentro cara a cara con la griega. Una situación que el marido infiel no tenía prevista, ni mucho menos: la invitó a Zarzuela aprovechando que, en teoría, su mujer no tenía que estar en casa. Pero lo estaba. Y Sofía se subía por las paredes. Hubo muy mal rollo. La escena, de película: "Sé quién eres", le espetó al chocar con ella en una de las salas del palacio. "Una escena vergonzosa", explica, así como el comportamiento de Juan Carlos, que no sabía reaccionar.
El Borbón pensaba que su pareja oficial no tendría el coraje de enfrentarse con su amante, pero no fue así. Sofía, que conocía perfectamente la doble, triple o "quíntuple vida" de su marido, nunca había dado este paso. Pero con Corinna la cosa pasaba todas las líneas rojas. La relación extramatrimonial era del dominio público en el entorno real, Juan Carlos se comportaba como si estuviera casado con Larsen. De hecho este era su sueño, su anhelo. Por eso le hacía todo tipo de regalos, todos ellos carísimos. Pero también le escribía "poemas" horteras, propios de un adolescente: "Ángel mío, cuento las horas y los segundos para verte, para tenerte entre mis brazos, cuidarte, necesitarte, adorarte". No sabemos si Sofía estaba al caso de este detalle, pero quizás que en vez de rabia hubiera sentido lástima por Juan Carlos. Había perdido la cabeza.
Tanto es así que incluso organizó una petición de mano con el padre de Corinna. Llevaban 5 años de romance y Juan Carlos, que le habría prometido convertirla en Corinna de Borbón y alteza real, le dio un anillo de compromiso gigantesco y de precio obsceno. Más de un millón de euros, una barbaridad. Tan escandaloso que la alemana sólo lo llevaba en ocasiones especiales y siempre en petit comité. Se trata de una pieza que, según leemos en 'La Otra Crónica', tiene "un diamante principal de corte Princesa superior a los 15 kilates, probablemente Top Wesselton (los de mejor calidad transparente sin inclusiones) acompañado de dos diamantes corte Trillion igualmente Top Wesselton superiores en 7 kilates". Un pedrusco demencial. Corinna dice esto de la joya, con toda la retranca: "Digamos que teníamos una cena el fin de semana con sus amigos, entonces ahí sí me ponía el anillo. Él estaba orgulloso de ello, se lo enseñaba a sus amigos y todas las esposas lo querían ver. Sólo tuve la precaución de llevarlo en reuniones donde pudieran fijarse en él y provocar rumores en torno al palacio". Ahora lo enseña al resto del mundo. Es este.
Nunca hemos visto a Corinna con la pieza en cuestión, pero forma parte del legado de su examante, junto con aquellos 65M de euros que nunca volvieron al bolsillo sin fin del emérito. Se podría pensar que un anillo como este convencería a cualquier mujer para casarse con Juan Carlos, pero no es el caso de Larsen, que cortó con él, asegura, al enterarse de que el amor del Borbón era más falso que un billete de 6 euros: tenía otras amantes, con relaciones mantenidas durante años. No era la única, nunca lo fue. Quizás sí la favorita, pero de exclusividad, nada de nada.
Para joyas, Juan Carlos. vaya perla de hombre.