La corona danesa vive peligrosamente. Está abonada a un deporte de riesgo, como el de un comportamiento nada habitual. Eso por decirlo muy finamente. Su historia reciente está salpicada de episodios que hacen bajar la cabeza a los Glücksburg, a la vez que alarman a una población eminentemente monárquica, pero cada vez más decepcionada con el comportamiento de sus royals. Desde la cúpula y hasta los pisos más bajos de la jerarquía escandinava, el lío es el pan nuestro de cada día. Empezando, claro, por un rey Federico X que lo es por la infidelidad a su mujer Mary, quien solo "perdonó" a cambio de la inmolación de la suegra Margarita II y de un seguro económico para toda la vida. La veterana reina saliente emulaba a su hermana Ana María, exreina de Grecia: tenía que entregar la corona. En este caso, no por una revuelta popular, sino por un chisme. Feo.
Desde que Federico fuera coronado el 14 de enero, las noticias no demasiado positivas sobre el monarca y la consorte han sido incesantes. Sobre todo por la imagen de vagos que proyectan en su día a día, con una agenda oficial exigua y habitualmente por separado. Están más pendientes de Verbier que de Copenhague, del trabajo o de la familia. Lo que pasó hace unos días, con el 84.º aniversario de Margarita, es una evidencia indiscutible. Pues bien, en esta vorágine de negatividad y situaciones anómalas, ahora es el turno de la tercera hermana, Benedicta. La princesa a la sombra de las reinas. La acompañante accidental de Juan Carlos es una mujer peculiar, "excelente conductora, horrible cocinera y aficionada a tomar una birra antes de meterse en la cama", según una biografía autorizada. Cumple 80, y acaba de añadir nuevas páginas a su biografía, convirtiéndose en abuela por sexta vez. De hecho, el quinto llegó hace pocos meses. Y era de los mismos madre y padre.
No, no se trata de una hazaña gestacional, de un prodigio de la naturaleza. El hijo de Benedicta, Gustavo Sayn-Wittgenstein, junto a su mujer, la escritora norteamericana Carina Axelsson, han utilizado la gestación subrogada. Dos veces en un año, sí. Parece excesivo, pero es así. La pareja, de 55 años, han alquilado vientres en EE.UU., la opción preferida de celebrities que todos conocemos. El primo de Federico X y su mujer son residentes en un castillo en Alemania, país donde está prohibida esta práctica. La recién nacida es una niña de nombre encara por revelar, de la misma manera que pasó en su momento con el primogénito, Gustavo Albrecht, el primer bebé royal europeo por gestación subrogada. Ahora repiten. La parejita.
Todo este serial pone el país patas arriba y plantea una duda: ¿son los hijos no biológicos aptos para formar parte de la línea sucesoria? ¿Podrían llegar, a pesar de la distancia sideral con las principales figuras (empezando por el heredero oficial Christian, o incluso Isabel de Dinamarca), a reyes o reinas? ¿O serían apartados por razones de sangre? Somos conscientes de que la particularidad de las normas internas de los royals daneses complica la ecuación, pero el debate está sobre la mesa. La Casa Real danesa está enganchada a la polémica. Ni los nacimientos son un motivo de pura felicidad, también comportamos dolores de cabeza.