El serial royal del año está lejos de acabarse, aunque el comunicado de separación entre Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón haya querido detener el torrente de información al respecto. El vasco ha abierto la veda por las fotografías románticas con Ainhoa Armentia, una compañera del despacho de abogados de Vitoria-Gasteiz donde lo colocaron tras su paso por la cárcel. Bien, la ha abierto o le han abierto la veda, que nunca se sabe. Seguimos sin saber oficialmente cómo se ha cocinado esta exclusiva demoledora para un matrimonio de 24 años que, todo hay que decirlo, estaba enfermo desde hacía tiempo. Era una agonía con final previsible. La cuestión por lo tanto no era el qué, sino el cómo de todo.
¿Es normal que todo un Iñaki Urdangarin tenga que ser visto en plena infidelidad a una infanta de España en una revista del cuore? ¿No había otra manera de afrontar el problema? Parece ser que no. Algunas fuentes hablan de la negativa de Cristina a divorciarse a pesar de hacer vidas separadas. La Borbón sabía desde hacía mucho tiempo que esto no funcionaba, pero pesaban más otras razones. E Iñaki, mientras tanto, haciendo su vida. Cómo ha hecho siempre. También en cuestiones amorosas, siendo un hombre en pareja... o casado.
Iñaki ha querido forzar la máquina porque no soportaba más la espera. Quería romper su lazo conyugal y de familia política, y empezar algo parecido a una nueva vida. Encontrar a Ainhoa Armentia significaba eso: un nuevo escenario, una nueva realidad, un nuevo futuro. Ha querido que llegara lo antes posible y ha jugado fuerte. Incluso metiendo a sus hijos por medio. Una jugada que Cristina ha sentido como una patada donde más daño hace, ya que cree que "ha utilizado a sus hijos". El fotoperiodista Gustavo González ha revelado en 'Sálvame' el episodio que ha provocado su cólera después de que uno de sus descendientes le haya confesado que asistió a una cita secreta con la novia del papá.
González: "Uno de sus hijos conoció a Ainhoa. El pasado verano acudió a una cita acompañado de uno de ellos. Ainhoa también con su hija". El paparazzi no ha especificado la identidad de este hijo, pero de los 4 posibles quitamos a Irene, que vive en Ginebra con su madre. Imaginamos que tampoco habrá sido Miguel, que vive en Londres. Sólo quedan dos: el mayor, Juan Valentín, que vive en Madrid, y Pablo, que lo hace en Barcelona donde juega en la sección de balonmano del Barça. El propio Pablo era el primero de los Urdangarin-Borbón que opinaba sobre la noticia, y sus palabras servían para confirmar la historia.
La actitud contradice la voluntad de la última frase del comunicado de separación: "El compromiso con nuestros hijos permanece intacto". Se puede romper un matrimonio que no funciona y rehacer tu vida con una tercera persona. El cómo de las cosas, sin embargo, es lo que hunde a Iñaki Urdangarin.