Felipe ya no se esconde. No soporta a su familia y hace todo lo posible para mantenerlos bien lejos de su núcleo personal, el que forman él, su mujer Letizia y sus hijas Leonor y Sofía. Todo lo que no sean ellos cuatro, bien lejos. Su padre Juan Carlos, a kilómetros de distancia. A su madre la ve de uvas a peras y eso que viven al lado. Y a las que tampoco tiene ningunas ganas de tratar son sus dos hermanas mayores, las infantas Elena y Cristina. Con la segunda, todavía no le ha perdonado todo el escándalo por el caso Nóos o la separación de Urdangarin y todo el berenjenal de las fotos paseando de la mano de Ainhoa Armentia. La grieta entre el rey y su hermana es demasiado grande, y se evitan cuando tienen que coincidir forzosamente en algún acto. "Desde entonces la infanta Cristina se convirtió en una apestada. Tuvo que pasar las etapas de su particular viacrucis totalmente sola, sin el apoyo de nadie, porque todos temían disgustar a los reyes: el juicio, el paseíllo diario hasta la sala entre insultos, la condena de Iñaki, las visitas a la cárcel, el aislamiento en Ginebra...", dice Pilar Eyre.
"Mazazo" y "humillación total y absoluta" de Cristina de verse como una cornuda, según explica la escritora, y su hermano sin sentir un mínimo de compasión por ella: "nada de eso conmovió a su hermano, que siguió ignorándola". No solo eso, sino que prácticamente tenía que entrar en palacio como una ladrona: "Tenía que ver a su madre prácticamente a escondidas, no podía alojarse en Zarzuela, si iba a Marivent debía ser cuando no estuvieran Letizia y Felipe". Ahora hemos sabido que no es la única vez que se tiene que esconder o tiene que entrar de estrangis en palacio para que su hermano no la vea. Vanitatis escribe otra práctica habitual que utiliza Cristina. Una Cristina que este jueves 13 de junio celebra su cumpleaños. Sopla 59 velas, a una de la sesentena. Un cumpleaños donde parece que estará más sola que la una, sin los hijos, y sin, of course, su hermano y su cuñada, que se detestan. Veremos si vemos a la infanta en su día de aniversario.
En este sentido, explican en el citado medio que cuando la vemos a ella o a su hermana, o alguno de sus hijos, en su día a día, es porque los fotógrafos conocen a la perfección los coches en los que se mueven y las siguen, así como las matrículas. Pero ellas lo saben, y cuando quieren que no las veamos, "buscan trucos para que nadie sepa ni dónde están, ni dónde van". Un truco del almendruco. Como si estuvieran en una peli chunga de espías. El caso es que Cristina se ha hecho una experta en eso de esconderse cuando está en España, donde para desplazarse, "utiliza varios vehículos totalmente controlados por la prensa. Todos, menos uno". Una especie de furgoneta del Equipo A, o el Equipo B, de Borbón. Concretamente, cuando va por Barcelona, para estar cerca de su hijo Pablo. El jugador del Granollers de balonmano vive con unos amigos en el barrio de Pedralbes, a dos pasos del hotel donde está su madre... "Y para evitar ser vista, doña Cristina usa un truco desconocido hasta ahora".
Atención, porque no estamos hablando de Mortadelo y Filemón, sino de Cristina de Borbón: "Cada vez que está aquí, entra y sale una furgoneta negra", dicen algunos vecinos de Pablo Urdangarin a la mencionada publicación. Una furgo que los paparazzis no tienen controlada. Pero "descubrimos que sí es cierto. Esa furgoneta negra existe y traslada a la hermana de Felipe VI cuando está Barcelona y no quiere ser vista". Un monovolumen de color negro de la marca Volkswagen que está a nombre de una de sus mejores amigas, "un vehículo que nadie tiene controlado y con el que doña Cristina se mueve sin problema por la ciudad y sobre todo, sin que nadie la identifique. Además, suele usar un turismo negro de la marca Mercedes que tampoco tiene identificado la prensa".
Estén atentos este jueves a si ven la furgoneta negra. Dentro estará Cristina, quizás, quién sabe, yendo a celebrar su cumpleaños. Un cumpleaños amargo, con todos los Borbones desperdigados y mal avenidos.