Este viernes 16 de junio es un día importante para los Borbones. Hoy vuelven a hacer el paripé de que son una familia feliz y volverán a reunirse la gran mayoría de ellos en una cita marcada en rojo: la graduación de la hija de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, Irene, después de estudiar el bachillerato. Será en Ginebra, y hacia allí que han ido la mayoría de miembros de la familia que quieren dar su calor a la protagonista del día. Estarán evidentemente sus padres y sus tres hermanos, Juan, Pablo y Valentín. También los dos primos a los cuales adora, Victoria Federica y Felipe Juan Froilán de Todos los Antros, que viajará, en principio, desde Abu Dhabi con su abuelo Juan Carlos. La reina emérita también hará acto de presencia, al igual que su abuela por parte de padre, Claire Liebaert... ¿Y la familia real? ¿Y Letizia, Felipe, Leonor y Sofía? Ni están ni se les espera. Pasan olímpicamente de Irene, y no se esconden. Las relaciones entre los reyes españoles y su hermana y cuñada y la parte Urdangarin no son, precisamente, lo que se puede decir fluidas.
Irene matará dos pájaros de un tiro, porque aparte de celebrar su graduación, también será una especie de celebración de su cumpleaños, que fue el 5 de junio, en el que será un reencuentro familiar como hacía tiempo que no pasaba. La gran protagonista del día ya está allí. Voló hacia Suiza al lado de su madre Cristina y de su hermano Miguel. Pero es muy curioso ver la manera como se han desplazado hasta Ginebra, tal como ha mostrado el programa Y ahora Sonsoles. La hermana de Felipe ha estado unos días con sus hijos haciendo una ruta gastronómica por España, por ejemplo, en Córdoba, donde se dejó ver por los restaurantes Ermita de la Candelaria y Casa El Pisto, así como en las Caballerizas Reales de la ciudad andaluza.
La infanta ya se ha marchado de la península para ir hacia Ginebra, donde aterrizaba al mediodía de ayer jueves. Minutos antes de las diez de la mañana, ella y dos de sus hijos, Miguel e Irene, llegaban al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas para coger un vuelo hacia Ginebra, donde han coincidido con un equipo del mencionado programa de Antena 3. Casualidades de la vida que han propiciado que los espectadores vieran cómo han viajado la infanta y sus hijos. Sobre todo, la manera diferente como han viajado. Un detalle feo que ha quedado demostrado con dos imágenes. Por una parte, hemos visto a Cristina ocupando un asiento en primera clase, ocupando el asiento de su lado con su bolso de mano, ella bien ancha y con todas las comodidades. ¿Pero, y Miguel e Irene? Al contrario que ella, los dos han viajado en clase turista, vestidos prácticamente iguales, charlando entre ellos todo el rato, pero más estrechos que su madre, que no lo ha dudado a la hora de marcar diferencias. La cara de Irene y Miguel, un poema. Mala leche es poco. Cara de vinagre total:
Después no nos extraña que tal como han pregonado en Y ahora Sonsoles, la infanta se sintiera culpable y según el programa de Ónega, han destacado "la atención de la primogénita sobre sus vástagos aun desde la distancia. A mitad del vuelo Irene Urdangarin se ha levantado para pedirle a su madre algo con lo que abrigarse y esta ha sacado de su bolso una chaqueta roja". Qué menos. También han explicado que a pesar de que desde la cabina del piloto siempre se pide calma y tranquilidad cuando el avión aterrice, y que no se levante todo el mundo como si no hubiera un mañana, "cuando el avión se encuentra a punto de aterrizar, todos los miembros de la familia comienzan a mostrar una ligera prisa por llegar a casa. La joven de 18 años se levanta y ocupa el pasillo, y doña Cristina abandona el aeropuerto en cuestión de dos minutos por una salida especial con acceso reservado a escasas personalidades". Mucha prisa. Veremos si es para ofrecer una graduación de Irene a la altura.