Tenía que pasar. La publicación de las imágenes de la primera novia oficial de Pablo Urdangarin, la joven Johanna Zott, dejaba a alguien con las vergüenzas al aire. El hijo de la infanta Cristina se había convertido en el protagonista de un pequeño serial poliamoroso. Pequeño por su duración, no ha pasado de un par de semanas: la parte acusadora ha quedado herida de muerte, no se la cree nadie. En este pack entran dos personas, una conocida y pública y otra anónima y misteriosa. La primera hace de portavoz televisiva de la segunda, presunto rollete del sobrino de Felipe VI. Todo lo que sabemos de esta mujer es gracias a Alexia Rivas: se limita a que estaban liados, que le ha mentido y que se ha enfadado con él. Una periodista de Telecinco con un historial curiosillo, y que ahora ha añadido una nueva medalla a su currículum: tener hilo directo con la infanta Cristina. Una medalla de cartón, por descontado.

Rivas aseguraba en 'Ya es mediodía' esta misma semana que la madre estaba fastidiadísima con su hijo por su comportamiento faldillero, que le había echado la bronca y que no quería más escándalos. Le faltó añadir que con los de su padre Juan Carlos y su futuro exmarido Iñaki ya había tenido suficiente, pero la ex de Alfonso Merlos no osó ir tan lejos. Ya había obtenido lo que quería, 5 minutos de fama y unos cuantos artículos citándola. Trabajo hecho. Quizás no contaba con la reacción de la infanta, que no necesita hablar para enviar según qué mensajes y, si hace falta, humillar al adversario, vengarse. Y lo hizo: tan sencillo como subir al coche y presentarse en el Palau Blaugrana, donde su hijo disputaba un partido con el Barça 'B' de balonmano, y desmontar con un par de gestos el chiringuito de Alexia.

Pablo Urdangarin con su novia Johanna / Lecturas
Alexia Rivas sobre Pablo Urdangarin / Telecinco

La infanta Cristina destroza a Telecinco con su aparición sorpresa en el Palau Blaugrana

Cristina bajaba las escaleras del graderío justo antes del inicio del partido, se situaba junto a la pista y Pablo tardaba poco y menos en saltar las vallas publicitarias y abrazar y besar a su madre. Las caras eran de un enfado monumental, claro que sí, Alexia. Ni una brizna de tensión, todo lo contrario. De acuerdo, quizás no es el lugar para montar un pollo, pero el olfato nos dice que allí no había ningún conflicto. Es más, se podría decir que la infanta está contenta de la aparición de las imágenes con Johanna, primer amor de su hijo y una niña que entra perfectamente en sus estándares. Tiene su bendición, vaya. La que no tiene ni Alexia ni su colega fantasma: fantasma porque tendremos que llamar a Paco Lobatón para encontrarla. Al acabar el match se repitió la historia, con el Urdangarin subiendo a la localidad de la mamá y compartiendo un buen rato con ella. Aquí nos tenemos que detener en un detalle importante. Pero que mucho. A Johanna le interesa, de hecho lo pudo comprobar en primera persona porque hay sorpresón.

La infanta Cristina besa a Pablo Urdangarin en el Palau Blaugrana / Chance
La infanta Cristina charla con Pablo Urdangarin en el Palau Blaugrana / Chance

Johanna, atenta: el detalle que confirma que Pablo Urdangarin levanta pasiones

La subida del jugador royal hacia la posición materna (y la de su novia) se producía cuando el público todavía no había abandonado el pabellón. Había mucha gente allí por medio, muchos de ellos curioseando la escena. Ahora bien, podemos asegurar que la mayoría de ojos se fijaban solo en él. Un grupo de chicas, embelesadas, no perdían detalle de los movimientos de Pablo, el guapo y famoso oficial del equipo. Despierta pasiones, pero tampoco estamos descubriendo nada nuevo. Es objetivo que tiene muy buena planta y es atractivo. Triunfará en el amor, aunque de momento está todo concentrado en su novia Johanna. Lo que pase mañana no lo sabe nadie, ni siquiera los periodistas más fantasiosos. Se puede intuir, pero de allí a asegurarlo hay una distancia considerable.

Pablo Urdangarin en la grada del Palau Blaugrana / Chance
Johanna Zott, novia de Pablo Urdangarin / Instagram

Nos morimos por saber si habrá contraataque televisivo o si la retirada es la opción más juiciosa. El espectáculo nos divierte, todo hay que decirlo.