La infanta Cristina no tiene buena cara por Navidad. Estas fiestas ya no significan paz, amor y armonía. El regusto es mucho más amargo: hace un par de años empezaba a olerse una tostada demoledora que, al comenzar 2022, estallaba con las fotos de Iñaki Urdangarin de la mano de una rubia en las playas del País Vasco francés. Una señora de Vitoria que respondía al nombre de Ainhoa Armentia y que significó el fin del matrimonio. A pesar de anunciar la separación, el divorcio se está haciendo esperar. Y no llegará, presumiblemente, hasta después de la llegada de los Reyes Magos, todavía hay aspectos que no han quedado resueltos para enterrar la relación. No serán, por lo tanto, unas fiestas de postal. Todavía hay gatitos en la barriga. Y cómo maúllan.
Otro frente que le ha chafado esta época del año ha sido el sorprendente reencuentro con su cuñada Letizia. La reina se presentó del brazo de Felipe VI en la comida de celebración del cumpleaños de Elena. Un gesto con una única lectura, Jaime del Burgo. La han pillado en fuera de juego, ha hecho tambalearse los cimientos de la institución y tenía que pagar el peaje de humillarse ante la familia política, a la que detesta. Un sentimiento recíproco: con respecto a Cristina, la expulsión de la Familia Real a raíz del caso Nóos, supuso hacerle la cruz a la asturiana para siempre. Ahora, con el asunto extramatrimonial de la consorte, podía tener una revancha muy deseada. Sin embargo, los gestos de la hija de Juan Carlos no serían precisamente los de una vencedora. Y por lo que acaba de explicar la revista '¡Hola!', hay motivos poderosos. Una traición que duele más que cualquier afrenta de Letizia.
La revista más aduladora y cortesana publica una primicia de las que hacen pupa: uno de los hijos de Cristina ha cruzado la línea roja. Se ha producido el encuentro que le hace sacar fuego por la boca: su adorado Pablo con la enemiga, con Ainhoa. Con aquella a la que Cristina ningunea sin descanso, no quiere que tenga nada que ver con ella. Demasiado tarde, sin embargo. Iñaki la metió en todo el pitote y ahora, con la relación consolidada y 4 hijos mayores de edad, la obstinación de la madre por invisibilizarla es una utopía. Eso, cuando menos, en el caso de cualquier familia normal. Pero piensen que hablamos de Borbones y de una heredera de 900 millones de euros. Hay mucho en juego, aunque Pablo se ha saltado la prohibición expresa de no acercarse.
La publicación habla expresamente de traición, por muchas comillas simples que quieran poner. La Borbón contaba con poderosos aliados para evitar el contacto de su progenie con Armentia: la ya exsuegra Claire Liebaert, a la que adora. La señora ha sido un muro contra Ainhoa y a favor de Cristina, llegando a humillar a la vasca ignorándola de manera radical. En todo caso, la cadena se ha roto con Pablo: "Sí ha conocido a la novia de su padre. Ainhoa Armentia apareció con Iñaki en uno de sus partidos y, tras la sorpresa, fueron presentados al final de la competición. Un saludo fugaz que, sin embargo, no ha ‘roto’ el espacio acotado". Una manera de tirarle un cable a la infanta, menospreciando el encuentro a escondidas. "Juan, Pablo, Miguel e Irene quieren muchísimo en su padre, pero otro tema es formar parte de su nuevo mundo. Y, al menos por ahora, todo apunta a que seguirán manteniendo la distancia". Una cada vez más estrecha. De momento, este fin de Año, todos menos Cristina en Vitoria. Y es muy pequeña. Lo sabemos de buena tinta. Imposible esconderse.