Un demoledor artículo de opinión del catedrático de Derecho constitucional Javier Pérez Royo ha puesto el dedo en la llaga de España: la monarquía. La columna de opinión en Eldiario.es se titula El rey en Davos: una vergüenza nacional. El experto en la Constitución critica que España fuera representada en este foro económico no por una persona escogida democráticamente, Mariano Rajoy, sino por el jefe del Estado que lo es por condición biológica.

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La tesis es indiscutible: un cargo público hereditario y uno de escogido democráticamente no son intercambiables. El autor pone dos ejemplos clarificadores:a  la reina Isabel II ni se le pasaría por la corona representar el Reino Unido en una reunión de jefes de gobierno y los únicos monarcas que acostumbran a asistir a foros como este son los reyes saudíes, que representan monarquías absolutas, un vestigio medieval anti-democrático. Pero Rajoy envió a Felipe y los dos, presidente y rey, han quedado con el culo al aire.

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La paradoja es que Felipe VI se llenó la boca de la Constitución en su discurso. La misma Constitución que otorga la soberanía al pueblo, representado por sus diputados. El rey no tiene la soberanía de España sino que reside en las cámaras legislativas. Pérez Royo lo escribe así de claro: "No se puede tolerar que se anteponga el principio monárquico al principio de legitimación democrática". Y acaba pidiendo a la oposición, que tiene mayoría absoluta, exigir responsabilidades a Rajoy. Felipe VI nunca responde de su cargo público en la cámara. Lo califica de "deriva antidemocrática e inconstitucional". La ley del silencio que regía, nunca mejor dicho, sobre Juan Carlos se acabó cuando se habló abiertamente de sus amantes o de sus negocios. Y fue cuando tuvo que abdicar. El silencio sobre Felipe VI acaba de acabar con este artículo. Se abre la veda.