En el plano de la monarquía y las figuras públicas, las apariencias suelen ser fundamentales. Las sonrisas, los gestos y las interacciones entre los miembros de la familia real son observados con lupa por los medios y el público. Sin embargo, cuando una princesa no sonríe, las especulaciones y rumores pueden comenzar a florecer. Este es el caso de Charlene y su esposo, Alberto de Mónaco, cuya relación ha sido objeto de atención y análisis en los últimos tiempos.

Desde su llegada al principado, Charlene ha sido vista como una figura elegante y reservada. Su matrimonio con Alberto de Mónaco es discutido por muchos medios y especialistas de la realeza. Convenientemente, el heredero de Raniero III tomó la decisión de contraer matrimonio y la elegida fue una nadadora olímpica que tenía muchas oportunidades de ostentar una gran posición, despertar admiración y gozar de diversos recursos, todos inimaginables. Presuntamente, algo en este acuerdo de nupcias falló desde el primer momento. El acuerdo al que habrían llegado no fue del todo satisfactorio para la joven sudafricana y es por ello que su antecedente más importante tiene que ver con el día que selló su destino al casarse con el príncipe de Mónaco. Te contamos los detalles. 

Las evidencias de que Alberto de Mónaco y Charlene no se casaron por amor 

Hay muchas historias de la familia Grimaldi y una de las más fantasiosas e intrigantes tiene que ver con el amor. Se dice que en el siglo XIV, Raniero I estuvo a la fuerza con una mujer que, en su estado de angustia, maldijo a todos sus descendientes: “los Grimaldi nunca encontrarán el amor en el matrimonio”. Cierto o no, no se puede negar que hay episodios turbios y matrimonios que fracasan estrepitosamente. Entre ellos podría estar el de Alberto y Charlene. 

El vínculo entre los príncipes monegascos generó suspicacias desde el inicio. Sobre todo tras el día de la boda, cuando la sudafricana fue vista en el aeropuerto de Niza con una expresión de tristeza y desesperación en el rostro. A esto hay que agregar que se especula que fue “obligada” a volver a la ceremonia. Un evento en el que estuvo con un semblante serio, como si no se tratase de su boda.  

A lo largo de los años, se ha podido corroborar su falta de alegría y su desapego emocional con su matrimonio. Lo que suscita preguntas sobre su bienestar emocional y la realidad de su trato con el padre de sus hijos. Otro de los aspectos comentados es la aparente distancia entre el matrimonio en eventos públicos. Mientras que el jefe de Estado suele mostrar una actitud amigable y abierta, su mujer a menudo parece más contenida. Esta diferencia en sus comportamientos ha llevado a muchos a preguntarse si hay problemas detrás de las puertas del palacio. 

Las redes sociales y los tabloides especulan sobre la posibilidad de que la princesa está lidiando con una relación que no es idílica como se presenta, también cabe la posibilidad de que fuera arreglada. Alberto de Mónaco defiende su alianza con Charlene, asegurando que están trabajando juntos para superar cualquier desafío. No obstante, las palabras del príncipe no siempre parecen coincidir con las imágenes que se proyectan al público.