Fue hace ya 18 años, el 7 de febrero de 2007, cuando se hizo pública la muerte de Érika Ortiz, la hermana pequeña de la entonces princesa Letizia. Como no podía ser de otra forma, y más tratándose de un suicidio, la noticia supuso un durísimo golpe para la familia Ortiz Rocasolano.
Es más, pese a que hayan pasado ya muchos años, no son pocos los que aseguran que la muerte de Érika no hizo otra cosa que separar definitivamente a varios miembros de la familia, entre ellos a Letizia y su hermana Telma, que ya entonces tenían una relación muy distante y que no ha mejorado precisamente.
El primo de Letizia Ortiz no se muerde la lengua
Por otro lado, cabe destacar también que no fue otro que David Rocasolano, un primo de Letizia, el que no tuvo ningún tipo de problema a la hora de dar su opinión al respecto en una biografía no autorizada de la mujer de Felipe VI, una biografía en la que David no es que deje precisamente en buen lugar a la madre de Leonor y Sofía.
David apunta algunos detalles de la última conversación que tuvo con su prima Érika antes de que este decidiera acabar con su vida: “Érika estaba más insegura, más débil, más triste. Me dijo que la situación se salía de madre, imaginé que por la presión mediática sobre ella y su hija tras haberse separado de Antonio. 'Me han dejado sola, David, me siento sola'. Se refería a Letizia. Supuse que tras reaparecer Erika en la prensa rosa había recibido alguna de las típicas llamadas histéricas y controladoras de Letizia. Y Erika no había sido capaz de mandarla a la mierda. La relación de las tres hermanas estaba ya muy deteriorada, ya no se podían ni ver”, apunta Rocasolano.
Y va más allá: “Por qué se quitó la vida. A veces me lo imagino. Ellos, la Familia Real, habían expuesto a Erika a la voracidad mediática, a una vida vacía y sin intimidad, y no habían hecho el mínimo esfuerzo para protegerla (....) A partir de entonces el nombre de Erika se borró de nuestras conversaciones sobre todo en presencia de Letizia. Como si pudiera ofenderla o aflorar su culpabilidad. Sí se tuvo que sentir culpable. Yo la culpo. Por omisión. Letizia no tardó en auto absolverse y culpar a otros”.
En cualquier caso, lo que es evidente es que la muerte de Érika a sus 31 años es algo que ni la familia ha olvidado ni olvidará, y que sigue siendo motivo de conflictos a nivel interno.