Federico X y Mary de Dinamarca ya no ejercen como soberanos. Fieles a sus costumbres desde que llegaran al trono de manera polémica y tempestuosa, el matrimonio se ha vuelto a largar para disfrutar de unas vacaciones privadas. Son las terceras del año, y solo hace siete meses que llevan la corona. Eso sí, a pesar del absentismo y de la falta de productividad en este corto periodo de tiempo, han aprovechado para subir el sueldo. No son listos, ni ná.
Tras las escapadas a Verbier, Suiza, la estación alpina más pija del continente europeo y donde son propietarios de una vivienda de lujo, ahora el destino es un enigma. La prensa danesa no tiene ni la más remota idea del paradero de sus monarcas. Solo saben que en la expedición también estaban los dos hijos pequeños, los mellizos Vicente y Josefina, más la princesa Isabella, la del medio. Por lo tanto, son vacaciones familiares, aunque no esté completa. Falta el mayor, el heredero y adulto Christian, que todavía supera la resaca de la juergaode la graduación, en la que se presentó con un look de ultrapijo exagerado mientras los guardaespaldas le proporcionaban determinados vicios. El joven tiene intención de disfrutar al máximo del verano, haciendo viajes y repitiendo jaranas diversas, pero estos días sus planes se han ido a hacer puñetas. Toca trabajar. Toca hacer de rey. Con 18 años. Christian XI se está entrenando, como Leonor.
La situación es inédita, el nuevo regente es un postadolescente. Se supone que sus padres tendrían que volver pronto para estar presentes en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París, que empiezan el 26 de julio, pero la falta de noticias concretas tiene a la opinión pública, como el diario 'Billed Bladet', inquieta. No están acostumbrados al escapismo de Federico y Mary, porque el recuerdo de Margarita II, siempre abnegada y fácilmente localizable, está muy fresco. La reina tuvo que abdicar por culpa del escándalo de infidelidad de su hijo príncipe con Genoveva Casanova en Madrid, un hecho que hizo decir basta a Mary Donaldson, que se largó en Australia sin intención de volver con las manos vacías. Una estrategia efectiva: el sacrificio se anunciaba horas antes de las campanadas de Fin de Año, dejando al país a cuadros, pero haciendo un último acto de servicio a la Corona más antigua. La estaba salvando. Bien, incluso la ha salvado después de retirarse. Y no en una, sino en más ocasiones.
Durante las famosas escapadas a la nieve de los flamantes monarcas, la persona que se quedó al mando fue Margarita. La yaya cargaba con el muerto, en definitiva. Pero ahora todo ha cambiado: la señora ha dicho no y, por lo tanto, a Christian le toca un baño de realidad. Tendrá que calmar sus hormonas e ímpetus juveniles, y mantener el decoro. Veremos si está preparado, o si se está cocinando un nuevo escándalo en la volcánica Dinamarca. Muy atentos: si la pifia, habrá tormenta. No está claro si el maltrecho barco real soportaría un nuevo naufragio.