Las cosas del amor en los Borbón son realmente inquietantes. Zarzuela podría entrar en el libro Guiness de los récords como la Familia Real con los matrimonios más desastrosos, adúlteros y conflictivos. No se salva ni uno: el único que, aparentemente, parecía llamado a perdurar era el de los reyes en ejercicio, pero ya ni eso. Felipe y Letizia han visto cómo su secreto más vergonzoso quedaba descubierto: Jaime del Burgo. Expareja, excuñado, examante y exproyecto de futuro. Cuatro en uno. A pesar del silenzio stampa impuesto desde las alturas, los hechos parecen irrefutables. Y las consecuencias, previsibles. Cuando menos en circunstancias normales. Cosa que, tratándose de la realeza, es una utopía.
Divorciarse es una extravagancia pecaminosa en la muy católica estirpe royal. Aunque la realidad, en muchos casos, no sea ninguna cuestión de fe, sino de pasta. De poder. De estatus. Sofía, la cornuda legendaria de la Corona, no ha mandado a Juan Carlos a hacer gárgaras para no perderlos. Letizia sabe que, en caso de separarse de su marido, la realidad sería mucho más agria y áspera. La única que dio el paso, de mala gana y con eufemismos fue Elena, hasta las narices de Jaime Marichalar (y viceversa). Queda Cristina, quien se encontró la portada de Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia, y arrastra desde hace casi 2 años una unión matrimonial insostenible. Si bien anunciaron que partían peras en febrero de 2022, y que la intención era el divorcio, el tira y afloja económico ha complicado la historia.
Tenemos, sin embargo, novedades en este sentido. Según Vanitatis,tenemos fumata blanca y el segundo divorcio de Zarzuela está a punto de ser firmado por las dos lados. Los afortunados son Cristina e Iñaki, que previsiblemente ofrecerán un comunicado conjunto en los próximos días o semanas. Los detalles del acuerdo habrían quedado resueltos y solo queda un trámite que hará remover la conciencia del Jefe del Estado: la expareja debe comunicar la firma a Felipe VI, quien accionará las palancas correspondientes para restablecer el orden interno. Para empezar, la retirada de la escolta oficial. Ya no es de los suyos. Si quieres seguridad, te la pagas. Cosa que, viendo las cifras que se han hecho públicas sobre la manutención que la exinfanta pasará a su ex, no sería nada complicado. La retirada ha provocado grandes desavenencias entre las partes: "Ha sido uno de los dolores de cabeza, lo ha llevado mal. Ya no tendrán la sensación de que se deba dar una explicación".
La cita definitiva, siempre según la información del digital, será en la ciudad que vio nacer, crecer y morir su relación: Barcelona. Poca cosa, sin embargo, les queda de aquella época. Incluso Pablo, el más establecido en la capital de Catalunya, milita ahora en el Granollers y su futuro deportivo es cada vez más incierto. Solo le salva la novia Johanna, pero incluso ella se ha marchado a estudiar fuera. Los Urdangarin Borbón son fantasmas del pasado. Un pasado que quedará sepultado antes de que acabe 2023. Año nuevo, vida nueva. Y Ainhoa nueva, Iñaki.