Los últimos actos de Juan Carlos están hundiendo su imagen pública ya hundida desde que tuvo que huir en el exilio expulsado por su propio hijo al saberse que acumula millones de euros en paraísos fiscales sin declarar a Hacienda. Denunciar Revilla y Corinna es un error que pagará caro porque los tribunales lo acabarán condenando a él y son dos enemigos muy poderosos, Revilla por populista y Corinna por rica y tenedora de secretos. ¿Por qué lo hace? Zarzalejos, un monárquico de pro, admite que el rey sufre algún tipo de demencia senil: "Hablo de leve incapacidad cognitiva. A su edad provecta, sufre lapsus de memoria, más mediata que inmediata, y tiene mala relación con la realidad. Le impide hacer autoevaluaciones de sus conductas. Juan Carlos no tiene la percepción que sus conductas, que llevan a su expatriación, eran inaceptables e inapropiadas, y ya se verá si con consecuencias penales. Él se victimiza y se sitúa en una burbuja. No acaba de entender qué le pasa". Clavó el diagnóstico.

Peñafiel remata el clavo y revela que ya no cree que Juan Carlos esté obrando bien:"Con motivo de las demandas que está emprendiendo el Rey emérito Juan Carlos y que, a mi criterio, tanto le van a perjudicar, recuerdo aquel 18 de junio de 2014, la triste ceremonia celebrada en el Palacio Real, donde firmaba su abdicación en un documento que, al parecer, poco interesaba, porque la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, lo encontró abandonado en la mesa donde se había firmado. Lo único que deseaban todos aquellos que propiciaron su marcha era que desapareciera de una puñetera vez. Al parecer también su familia" (OK Diario). Peñafiel dice que la familia lo quiere fuera y quizás muerto.

Peñafiel recuerda a Sofía: ""Abdicar, ¡nunca! El Rey no abdicará ¡jamás! Será Rey hasta su muerte”, respondió la Reina Sofía de forma terminante. Recordando estas premonitorias palabras de Doña Sofía y también mías, con el libro El rey no abdica (La Esfera 2011), ¡vaya clarividencia que tuve! y pensando en la actual situación de Don Juan Carlos, no podemos evitar recordar lo que Albert Boadella ha dicho refiriéndose al Emérito: «¡No hay nada como un gran entierro real! Y además con toda la parafernalia de ¡El rey ha muerto!, ¡Viva el rey!». A sus 87 años, sólo hay que esperar". Todos esperando el desenlace que no tardará. Lo tienen todo previsto, incluso lo tienen permanentemente controlado con un anillo en el dedo.

Juan Carlos tiene el anillo de siempre en el dedo pequeño, el del sello de la dinastía Borbón que tienen otros miembros de su familia como Miguel Urdangarin pero ha añadido un nuevo anillo de titanio en el dedo corazón. Es un anillo especial, un Oura Ring de 900 euros que le sirve para contar las pulsaciones, la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca o el oxígeno en sangre. Si se está muriendo el anillo avisará con un mensaje en el móvil de los escoltas del emérito y por lo tanto Zarzuela recibe esta información en tiempo real. Cuando el anillo envíe información fatal habrá que poner en marcha de urgencia todo el protocolo: aviones hospitalizados, quirófanos en España, hacer que el cuerpo del emérito aterrice a Madrid, vivo o muerto, y todo a punto para lo que tiene que pasar de manera inexorable: el funeral del rey. Ya está todo protocolizado y previsto. Y Letizia fingirá que llora.