Casa Real se tiñe de negro estas Navidades, que vuelven a pasarlas separados. Felipe y Letizia continúan apartados de los Borbón para no perjudicar a la corona y garantizar el futuro de Leonor. La primera etapa de estas fiestas las pasaron en el Pabellón del Príncipe con sus dos hijas y la madre de la reina, Paloma Rocasolano, que vino acompañada de Marcus Brandler. Antes de la cena, los reyes y sus hijas visitaron a la reina Sofía y a Irene de Grecia en Zarzuela, brindaron con ellas y les desearon felices fiestas. Al acabar la cena fue el monarca quien volvió a palacio para acompañar a la emérita a la tradicional Misa del Gallo que se oficia en la capilla del recinto.
Felipe VI está muy preocupado por su madre y no quiere dejarla sola. Estos dos últimos años han sido especialmente complicados para ella. La emérita ha vivido la muerte muy de cerca. Hace dos años se despidió de su hermano Constantino tras sufrir un derrame cerebral. Pocos meses después se confirmó que Irene de Grecia padecía Alzheimer. Una enfermedad que está avanzando a pasos agigantados y ya no recuerda absolutamente nada, incluso ha olvidado funciones vitales. Permanece todo el día en la cama o en la silla de ruedas, en silencio, con el rostro muy desmejorado y la mirada perdida. La reina Sofía vive con ella y siente mucho dolor al verla así. Incluso se ha tenido que despedir de los hermanos Gómez-Acebo y algunos amigos. Su amiga Tatiana también está muy delicada. Todos los Borbón se hacen mayores y empiezan a presentar problemas típicos de la edad.
El final de la reina Sofía está cada vez más cerca
Tras enfrentar estas pérdidas, la reina Sofía es consciente de que también está envejeciendo y que su final se aproxima. Ella ha expresado claramente a su hijo su deseo de ser incinerada y que sus cenizas sean esparcidas en el mar Egeo, un lugar significativo donde nació y vivió momentos felices en su infancia. Hasta ahora, la madre de Felipe VI ha permanecido vinculada a la Corona, siendo la única Borbón que ha continuado activa gracias a su imagen de víctima, lo que la ha convertido en una de las figuras más queridas por la ciudadanía. El actual rey entiende que retirar a su madre de estas funciones podría ser un golpe devastador para ella, pues mientras conserve sus facultades, su aspiración es morir siendo reina, aunque, en su caso, emérita.
En el último año, la salud de la reina Sofía ha sufrido un notable deterioro, que va más allá de su melancolía. Diversos expertos señalan que podría estar enfrentando una depresión. Además, ha comenzado a experimentar problemas de movilidad. Con frecuencia, necesita apoyarse en alguien para evitar caídas, aunque se niega rotundamente a usar un bastón, especialmente en actos públicos, para evitar ser percibida como una persona frágil o desvalida. Ha tenido varios tropiezos y algunos despistes que en alguna ocasión sus nietas han subsanado para que pasasen completamente desapercibidos.
Felipe VI pidió a los empleados de Zarzuela que la atienden diariamente que le pasasen el parte sobre su estado todos los días. La familia ha decidido apoyarla y animarla. La semana pasada la infanta Cristina la llevó hasta Guadalajara para ver un partido de balonmano de Pablo Urdangarin. Se la vio más animada, con una sonrisa.