Los pasillos del Palacio de la Zarzuela han sido testigos de momentos cruciales en la historia reciente de la familia real española, pero pocas veces se ha respirado una preocupación tan honda como la que rodea ahora a la reina Sofía. A sus 86 años, la madre del rey Felipe VI enfrenta un desgaste físico y emocional que, según quienes la ven a diario, está acelerando su deterioro. Más allá de la edad, la causa principal de su declive parece estar relacionada con el drama que la acompaña desde hace dos años: la lenta y dolorosa enfermedad de su hermana, Irene de Grecia.

Para la reina Sofía, Irene ha sido mucho más que una hermana; ha sido su confidente, compañera de vida y apoyo incondicional. Llegó a España hace más de cinco décadas y, desde entonces, se convirtió en una pieza clave dentro del núcleo familiar. Su vínculo con Sofía era tan fuerte que incluso asumió un papel de madre secundaria para Felipe, Cristina y Elena, cuidándolos cuando sus padres tenían compromisos oficiales. Sin embargo, la Irene de hoy apenas es una sombra de aquella mujer entregada y vivaz.

La reina Sofía y la tía Pecu
La reina Sofía y la tía Pecu

Diagnóstico devastador que deja muy tocada a la reina Sofía

El diagnóstico de Alzheimer cayó sobre la familia como un mazazo. Al principio, sus olvidos parecían inofensivos, pero pronto fue evidente que la enfermedad avanzaba sin tregua. Ahora, la hermana de la reina ya no puede caminar, apenas reconoce a quienes la rodean y necesita atención las 24 horas. Vive rodeada de enfermeros que velan por su bienestar, pero su mundo se ha reducido a una silla de ruedas y a esporádicos momentos de lucidez. Para Sofía, ver este deterioro día tras día ha sido una carga emocional difícil de soportar.

Según los empleados de Zarzuela, el impacto en la reina es alarmante. Han sido testigos de su progresivo desgaste físico, de su mirada cada vez más apagada y de una tristeza que parece haberla invadido por completo. La enfermedad de su hermana no es la única herida con la que carga. En estos últimos dos años, ha tenido que despedirse de su hermano Constantino de Grecia, además de otros familiares y amigos cercanos. A ello se suman sus propios problemas de salud, con un reciente ingreso hospitalario que despertó las alarmas en su entorno.

Irene de GRecia silla de ruedas, GTRES
Irene de GRecia silla de ruedas, GTRES

Empleados de Zarzuela hacen saltar las alarmas con el estado de la reina Sofía

El envejecimiento acelerado de Sofía es evidente. Se ha vuelto más frágil, ha sufrido caídas, y su memoria parece mostrar los primeros signos de deterioro. Pero lo que más preocupa a su entorno es su creciente soledad. La reina emérita, que durante años ha sido un pilar en la familia real, ahora parece sentirse relegada. Las tensiones entre los miembros de la casa han hecho que los lazos se enfríen, dejando a Sofía en un estado de melancolía difícil de disimular. Además, tampoco es que sus nietos le hagan mucho caso. Todo lo contrario. Sobre todo la princesa Leonor y la infanta Sofía, con quien nunca ha logrado tener un estrecho vínculo a pesar de vivir en los dominos de palacio.

Ante esta situación, los empleados de Zarzuela han decidido dar la voz de alarma. Creen que la reina necesita más que cuidados médicos: necesita el apoyo y la presencia de su familia. En un momento tan delicado, solo el cariño de los suyos puede evitar que el desgaste emocional termine por apagar a una de las figuras más queridas de la historia reciente de España.