Felipe y Letizia han protagonizado otro divertido momento en Granada en su estrategia para acercarse más a la ciudadanía. La reina se muestra cada día más cercana y auténtica. Se daba inicio a la cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno. Hay que situarse en el momento del brindis en el que el monarca elogiaba a Granada frente a los líderes políticos, calificándola como "una magnífica ciudad de la que espero que haya inspirado este encuentro" y añadiendo que es una ciudad "orgullosa de su historia, que ha hecho de ella un ejemplo único de fusión cultural en Europa" y que tiene en la Alhambra su "rasgo más visible”.

En ese discurso se vivió un incómodo momento en el que la reina Letizia fue la auténtica protagonista de forma involuntaria. El monarca cogió una copa de cava y la monarca se dio cuenta que ella no disponía de copa para acompañarle, un error de protocolo que se subsanó con una sonrisa y un gesto divertido de la madre de Leonor y Sofía. Sin embargo, tras las cámaras la historia es bien distinta. "Al acabar sale flechada a explicarles dos cositas a los de protocolo y organización”, explicó la periodista Patrycia Centeno.

Felipe y Letizia efe
Felipe y Letizia efe

La mala relación de Felipe y Letizia incrementada por la ausencia de Leonor y Sofía 

Letizia ha vuelto a aparentar una excelente relación con Felipe ante las cámaras, pero la verdad es bien distinta. Como todos los matrimonios, el de los reyes tampoco es perfecto. A lo largo de la última década han vivido varias situaciones tensas, algunas estuvieron a punto de terminar con la relación. Pilar Eyre argumentó hace unos meses que en Zarzuela hay discusiones constantes. Gritos que llegan al personal de servicio.

La reina es una mujer muy controladora y calculadora. Le gusta que se le consulte absolutamente toda, y ella es quien toma la decisiones. Sin embargo, su poder cada vez es menor. Felipe está harto de vivir separado de su familia y ya no quiere ser un “calzonazos”, como le llaman sus amigos del club náutico.

Desde que Leonor y Sofía se marcharon de casa, Felipe y Letizia han sentido el síndrome del nido vacío. Las echan en falta y se han dado cuenta que no están hechos el uno para el otro. Sin las niñas la relación no se sostiene. Es por ello que la reina ha recuperado los viajes internacionales que recayeron durante años en la emérita. De esta forma puede escaparse en varias ocasiones y alejarse de su marido.

Los empleados de Zarzuela viven en sus primeras carnes el enorme distanciamiento, más que evidente, entre los reyes. Les escuchan en muchas ocasiones discutir, y es que aunque Letizia intenta ser muy discreta, a veces su fuerte carácter la supera.