La guerra abierta en la monarquía de España entre padre e hijo, Juan Carlos y Felipe, la ha ganado al hijo: el emérito exiliado, corrupto confeso y sin opción de volver a España excepto a morir. En el Reino Unido la monarquía más royal de Europa, existe una guerra similar entre padre e hijo con una diferencia: quien pierde es el hijo. Carlos III ha desheredado al príncipe Enrique. El suplente, el marido de Meghan, Harry, ha decidido que no soporta a los Windsor y se ha exiliado, no a los Emiratos sino a California, donde vive, como un rey gracias a diferentes contratos comerciales, el más evidente con Netflix. Muerta Isabel II la familia Windsor ha perdido el centro ético y cada uno va a lo suyo. El príncipe de Gales atormentando por el cáncer de su mujer, el rey Carlos con su propio cáncer después de décadas esperando su momento y Harry tildado de vanidoso y egoísta, como si estas no fueran condiciones de todos los príncipes y reyes europeos. El último escándalo, esta semana, con la visita de Enrique a Londres y su padre humillándolo sin recibirlo por "cuestiones de agenda". El príncipe Enrique ha enviado debida respuesta según el diario dominical The Sunday Times.
Enrique ha visitado Londres para el 10.º aniversario de los Invictus Games, una especie de Olimpiadas para personas con discapacidad o lesiones por algún conflicto bélico que preside Harry. Uno de los honores más importantes que ejerce el hijo pequeño de Lady Di y su padre lo ha humillado no recibiéndolo. Carlos III hizo aquello tan británico de guardar las apariencias y concederle a su hijo, segundo en la sucesión, una residencia oficial. Carlos es consciente que la Corona es imagen y no puede ensuciar la de la monarquía británica enviando a Harry a un hotel. Pero su hijo está decidido a devolverle la humillación a su padre y saltándose el ofrecimiento del rey, ha decidido rechazar la invitación para instalarse en alguno de los muchos palacios de los Windsor y vivir en un hotel de Londres. Un heredero directo al trono en un hotel en la capital del reino. Una bofetada a las orejas del rey Carlos III, al fantasma de Isabek y a siglos de Corona inglesa. El fantasma es Carlos.
EXCLUSIVE: King 'offered Harry a royal residence for his visit titula The Sunday times. Y explica que los tres días de Harry en Londres han sido una guerra padre-hijo. El rey Carlos III de Inglaterra (75 años) autorizó a su hijo menor, el príncipe Harry (39 años) a alojarse en una residencia oficial de la Familia Real pero el duque de Sussex optó, finalmente, por alojarse en un hotel. El dominical indica que el monarca aceptó una solicitud de su hijo menor para poder quedarse en una de las numerosas viviendas que posee la Familia Real, porque este no dispone ya de ninguna residencia oficial después de haber renunciado a sus funciones como miembro activo de la monarquía de este país en 2020 para vivir en los Estados Unidos. Según señala el entorno del rey al citado dominical, si Harry se hubiera alojado en una de las muchas residencias reales eso habría facilitado la logística para poder cuadrar una reunión con Carlos III, que ha reanudado su agenda oficial a pesar de la enfermedad.
The Sunday Times también indica que fuentes próximas al monarca sostienen que Harry ni solicitó ver a su padre ni tampoco lo invitó a que asistiera al servicio religioso que se celebró el martes en la Catedral de Sant Paul en Londres para el décimo aniversario de los Juegos Invictus. "Todo es muy triste. Aunque es cierto que el rey se siente, comprensiblemente, cauteloso sobre quedar con Harry, dado el circo de publicidad que parece rodear todas estas visitas. Aunque Carlos quería ponerle una la alfombra roja a su hijo y con los médicos aconsejándole que se centre en su tratamiento y recuperación, la idea de que el rey se ha negado a hacer sitio en su agenda es falsa. Fue Harry que no pidió verlo". Triple bofetada del hijo: ni avisa al rey, ni lo invita a los Invictus, ni le acepta la invitación a Palacio. Invictus es para lesionados de guerra, como Carlos y Enrique, que no saldrán indemnes. Al final reinarán las absurdas hijas de Andrew.