La inteligencia artifical nos permite, una vez más, trasladarnos al futuro. Cuando éramos pequeños lo veíamos como algo muy muy lejano esto de saber cosas del futuro. Los expertos apuntaban a que era "imposible". Pues no: la inteligencia artificial de Faceapp no falla una vez más. Ya hemos analizado cómo serán Shakira o Karmele Marchante de aquí a unos cuantos años, y hoy revelamos el rostro anciano de Charlène, una de las princesas más guapas de Europa hoy en día. Charlène de Mónaco es la esposa de Alberto II y es una de las personas que más y mejor mueve los hilos en el Principado. Cuñada de Carolina de Mónaco, Charlène es una ex nadadora de Zimbabwe que tiene 45 años. Hoy la veremos como si tuviera 75, treinta más que en la actualidad.
Charlène se ha realizado, a lo largo de la vida, unas cuantas operaciones estéticas. No es tan adicta al cirujano como sí lo es Erik Putzbach, pero tela marinera también. La madre de Jacques y Gabriela se ha hecho varias operaciones, entre ellas varios bótox de ácido hialurónico y una rinoplastia, y eso le permite, a sus 45 vueltas al sol, estar fresca como una rosa. No tiene ni una sola arruga, tiene un pelazo que se ha cambiado en mil ocasiones y luce siempre un estilo despampanante. Nos encanta Charlène de Mónaco, igual que encandila a miles de ciudadanos de Montecarlo, la capital del Principado. Eso sí, como todo el mundo, envejecerá. La edad es la única cosa de la vida que no perdona y, cuando tenga 75, estará, como todas las personas de 75, arrugada como una pasa. Charlène será así, con arrugas pero muy guapa:
Su pelo ya es blanco, pero lo será aún más debido al aumento de canas reales. Y es que no sabemos de qué color tiene realmente el pelo la tía de Carlota Casiraghi. En los actos oficiales ha llegado a lucir un tono moreno, otro con mechas... a veces incluso ha aparecido de rubio platino o de blanco. Pero a los 75, si no se tiñe, será blanco como el Real Madrid. Eso sí, hay que decirlo: la IA aprecia su bello y cuidado rostro y le pronostica menos arrugas que a la mayoría de la gente. Veremos, aunque seguro que estará morrocotudamente guapa.
La reaparición del pasado domingo: el lenguaje no verbal
Alberto II de Mónaco y Charlène reaparecieron el pasado domingo en la arcilla del Masters 1000 de Montecarlo para presidir la entrega de premios de la final que enfrentaba al danés Rune y al ruso Rublev. Tal y como analiza Vanitatis en uno de sus artículos, el lenguaje verbal es clave para entender la relación actual entre los príncipes del microestado bañado por la costa del mar Mediterráneo. Un lenguaje confuso, ya que Charlène se mostró apática en la grada y simpática en la pista. En la gradería, mientras su esposo se mostraba dicharachero y alegre, Charlène "se mostraba menos dispuesta a comentar lo que estaba sucediendo (en el terreno de juego)" que Alberto. En el palco "se mostró calmada, aunque no completamente relajada", algo que sí hizo a pie de pista, en la entrega de premios. Cuando estuvieron pisando la tierra batida, los príncipes se mostraron cómplices y sin gafas, algo que les daba antes frialdad. Incluso llegaron a cogerse de la mano, aunque esto también puede ser motivo de polémica. "Es la mano de Alberto la que queda por encima de la de ella, en un gesto de protección, pero que también puede indicar que es él quien toma la iniciativa. Caminan cogidos de la mano, él un poco por delante de ella, se suele asociar con cierta dominancia, pero también puede ser una forma de otorgarle su protagonismo, como si la 'escoltara un guardaespaldas'", relatan en susodicho medio. Parece que la cosa va a mejor: ¿aguantará Charlène hasta los 75 con Alberto II?